Saltar al contenido
Historia, maleta y niños

Hades, el rey del Inframundo

Hades (ᾍδης), el rey del Inframundo y dios de los muertos, es el hijo mayor de Crono y Rea. Ojo, que no es el dios de la muerte, para esa labor hay otros. Su nombre significa «el invisible». Su reino recibe el mismo nombre que el dios, y consta de una serie de lugares de mayor o menor oscuridad, siendo el Tártaro la zona más profunda y tenebrosa del Hades, un lugar que estaba reservado a los muertos más peligrosos y violentos.

Al no vivir en el monte Olimpo, Hades no es uno de los 12 dioses olímpicos, pero, bueno, tampoco creo que le importara demasiado…

Fernanda Suárez. Hades. Óleo sobre lienzo. © Fernanda Suárez. Imagen vía

Hades es, además, el pariente ricachón de los dioses olímpicos. Los griegos pensaban que, como vivía bajo tierra, el señor de los muertos tenía acceso directo a todos los metales y minerales preciosos, así como a las semillas de todas las plantas que brotaban en superficie y controlaba los volcanes. ¡No le faltaba de nada! Le llamaban Plouton (Πλούτων) que, literalmente, quiere decir «el rico». A los romanos les debió parecer oportuno este nombre y lo latinizaron como Plutón.

Mikhail Pak. Hades. Escultura. Imagen vía Mikail Pak
¿Qué encontrarás en este artículo?

¿Cuáles son los atributos de Hades?

Para conseguir derrotar a Crono en una terrible guerra llamada Titanomaquia, los Cíclopes regalaron a Hades un casco que le hacía invisible, llamado Ἅϊδος κυνέη -el casco de Hades, o el casco de la invisibilidad, tal y como suena. Resultaba muy útil, ya nadie podría verle a él, ni tampoco a los espíritus de los muertos. Hades cedió en préstamo el casco en varias ocasiones como se relata en los mitos.

Hades suele representarse en el arte llevando una cornucopia, que es un gran cuerno de la abundancia lleno de objetos preciosos. Se nota el poderío del dios.

Cristofano Gherardi, el Doceno. Plutón. 1555 – 1557. Fresco. 100 x 250 cm. Palazzo Vecchio, Italia. Comune di Firenze.

Hades se desplazaba en un carro dorado del que tiraban cuatro impresionantes caballos negros. Su cetro, con el que demostraba su poder ante sus súbditos, era similar al de su hermano Poseidón, con la diferencia de que el de Hades sólo tenía dos puntas en vez de tres. Es un bidente.

Los animales de Hades

Los animales que acompañan a Hades son su perro Cerbero (Κέρβερος), un animal fiel como pocos. Como perro guardián que era, su misión era vigilar que ningún vivo entrara o ningún muerto saliera del Inframundo. Hay que reconocer que, en algunas ocasiones, no estaba tan espabilado como debiera y más de uno se coló en el reino de Hades. Pero, en fin…

William Blake. Cerbero. 1824- 1827. Lápiz, tinta y acuarela sobre papel.  37,2 × 52,8 cm. Ilustración para la Divina Comedia de Dante. Tate, Reino Unido.

También se le conoce como can Cerbero o, directamente, Cancerbero -de ahí que a los porteros o vigilantes a veces se les llame así-. La figura de Cerbero se reconoce muy fácilmente porque es un perro de tres cabezas y cola de serpiente cuyos padres eran los temibles monstruos Equidna y Tifón.

El búho se consideraba portador de malas noticias y mensajero del propio Hades.

Las plantas de Hades

El dios de los muertos tenía sus propias plantas que identificaban su carácter y anunciaban su presencia:

Las plantas que se asocian con Hades, el dios griego de los muertos son: el ciprés, los asfódelos, el narciso, la menta, el álamo blanco y la granada. ©Historia, maleta y niños.
  • el ciprés, ligado tradicionalmente a los entierros y el luto. Se plantaban cipreses en las casas en las que recientemente había fallecido alguien puesto que con su aroma podía disimular el olor de la muerte.
  • Los asfódelos se colocaban sobre las tumbas, con la intención de facilitar el viaje del alma desde el cuerpo hasta el Inframundo. Los griegos creían que los Campos Elíseos, una de las regiones del Más Allá, estaban siempre cubiertos de asfódelos.
  • El narciso, ya que a Perséfone y Deméter se les ofrecían coronas de esta flor. Se cree que Zeus diseñó una diadema de narciso para atraer a Perséfone y que Hades pudiera raptarla.
  • La menta, puesto que antes de conocer a Perséfone, Hades había vivido un romance con una ninfa llamada Mente (Μένθη), que fue transformada en la planta tras retar a la nueva chica del dios.
  • Y, por último, el álamo blanco (Populus alba). Hades se enamoró de la ninfa Leuce (Λευκή que significa «blanco»), quien vivía en Tesprotia -una zona muy conectada al Inframundo-. La ninfa se fue a vivir con el dios a su reino pero, al no ser inmortal, cuando llegó su hora, murió. Para recordarla siempre, Hades creó el álamo blanco, cuyas hojas son totalmente blancas por el envés.

Cerca de su palacio Hades tenía un fantástico huerto de granados, que era atendido por Ascálafo (Ἀσκάλαφος), un hijo del río Aqueronte. La granada representa la vida, la regeneración y también la indisolubilidad del matrimonio. En secreto, Hades ofreció a Perséfone unas semillas de granada, para garantizarse que la joven regresaría a su lado. Ascálafo lo vio todo, y declaró ante Zeus y Deméter que Perséfone había comido en el Inframundo. La tradición mandaba que si se ingería algún alimento allí abajo, la persona quedaría ligada al Más Allá para siempre. Perséfone, por tanto, tendría que volver. La diosa Deméter se enfadó tanto con él, que le sepultó debajo de una piedra. Ascálafo fue liberado por Heracles; entonces la diosa le transformó en un búho, ya que siempre vigila en la oscuridad. El búho se convirtió en el mensajero personal de Hades.

Los nombres secretos de Hades

Y es que los griegos estaban convencidos de que si decían el nombre de Hades en voz alta, el dios aparecería de pronto y les arrastraría a su reino. Para curarse en salud y posponer al máximo esa temida visita, le pusieron muchos apodos:  

  • Ctonio (Χθόνιος), que quiere decir “subterráneo”. También Deméter y su hija, Perséfone, eran diosas ctonicas, debido a que todas las plantas que eran capaces de generar procedían, en primera instancia, de las profundidades de la tierra.
  • Polidegmon (Ρολυδεγμων), que significa “el que recibe a muchos” -¡en su caso recibe a todos!-;
  • Polisemantor (Пολυσημαντων), el gobernante de muchos. Realmente su reino está constantemente admitiendo nuevos súbditos.
  • También Clímeno (Κλυμενος), el “célebre”, ya que era imposible que pasara inadvertido.
  • Necron Soler (Νεκρων Σωτηρ) o lo que es lo mismo, el salvador de los muertos.
  • Además, a Hades también se le conocía como Aidoneo (Αιδωνευς), que simplemente es una versión más larga y poética de su nombre. El significado sigue siendo «el invisible».

Pero se podía invocar a Hades sin necesidad de decir su nombre. Los que así deseaban hacerlo, golpeaban con sus manos el suelo, de manera que el sonido llegara hasta el Inframundo y el dios les escuchara. Al poco rato se manifestaría de alguna forma.

El culto a Hades

Aunque no existían muchos templos dedicados en exclusiva al dios Hades, los antiguos griegos le recordaban durante los ritos funerarios de sus seres queridos. Hades velaba por que todos los muertos recibieran un entierro digno.

Necromanteion: el oráculo de los muertos

El centro religioso más importante en el que se rendía culto a Hades estaba en el oráculo de los muertos o necromanteion en Éfira (Tesprotia). En este tipo de oráculos eran las propias almas de los muertos quienes predecían el futuro. Se eligió este lugar puesto que aquí la conexión con el Inframundo era aún mayor: aquí confluyen los ríos Aqueronte y Cocito, cuyo nacimiento está en las profundidades del reino de Hades.

El necromanteion de Tesprotia era tan importante en la antigua religión griega como los oráculos de Delfos y Delos. Si este último simbolizaba el comienzo de una nueva vida, el necromanteion era igualmente un comienzo, pero en el Más Allá. Delfos, por su parte, era el centro, el ombligo del mundo griego.

La ubicación de los templos no tenía nada de casual. Se estableció una línea que unía los tres lugares sagrados siguiendo el recorrido del Sol entre el solsticio de verano y el de invierno. Tesprotia estaría a la izquierda, en el punto más al norte y sería la «puerta de los muertos»: el lugar por donde accedían las almas nada más morir. Delos estaría a la derecha y se conocería como la «puerta de los dioses»: una vez el alma hubiera hecho todo el recorrido del Inframundo, podría acceder al cielo.

Aspecto interior de los túneles del necromanteion de Tesprotia. Imagen via.

El necromanteion tenía una estructura compleja, con tres niveles de túneles y una cámara principal, donde se encontraban los altares de Hades y Perséfone. La decoración era en base a esculturas y relieves que representaban a los dioses del Inframundo, así como a otros dioses y héroes relacionados con la muerte y la resurrección. Los túneles también tenían cámaras donde los sacerdotes llevaban a cabo sus ceremonias y donde los creyentes podían tener visiones y comunicarse con los muertos. El necromanteion era un lugar sagrado, un gran centro de peregrinación para aquellos que buscaban conexión y respuestas del mundo de los muertos.

Las ofrendas a Hades

Los sacrificios se llevaban a cabo en el altar de Hades: para él ovejas macho de color negro, mientras que para Perséfone serían ovejas hembra del mismo color. Se creía que los sacrificios humanos eran especialmente poderosos. Las ofrendas y rituales a Hades y Perséfone debían hacerse en mitad de la noche, cuando la oscuridad era mayor. Para que el resultado fuera aún más espectacular, los sacerdotes vestían ropas negras y el interior del recinto permanecía levemente iluminado.

Hades y Perséfone

¡Ay, el amor! Al final todos, hasta el más temido de los dioses, sucumben a él. En un momento dado, Hades debió pensar que el Inframundo era demasiado grande, oscuro y aburrido para gobernar en solitario, y que estaría mucho mejor si encontrara una reina que le acompañase en sus quehaceres, le hiciese compañía y que, además, le amara. ¡Todo sería mucho más llevadero!

Antonio Tempesta y Wilhelm Janson. Cupido disparando su flecha a Plutón o Plutonis animum amore Proserpinae inflammat Cupido. 1606. Grabado. 10.48 × 11.75 cm. Los Angeles County Museum of Art, EE.UU.

Pero lo que nunca sabremos es si a esta conclusión llegó él solo, o quizá Afrodita y Eros, los dioses del amor, le ayudaron un poquito lanzándole una flecha llena de ilusión. La cuestión es que Hades sintió el flechazo, y pronto puso todo su empeño en encontrar a la mujer de sus sueños.

El rapto de Perséfone

Sin duda, éste es el mito -y la historia de amor- que ha hecho famoso a Hades. Como sabemos, Kore (Κόρη, la doncella), hija de Deméter, estaba en el campo recogiendo flores cuando, de repente, una grieta se abrió en el suelo y de allí apareció un carro dorado tirado por cuatro caballos negros. Hades era el flamante conductor; sin pensárselo dos veces, secuestró a la muchacha y la llevó con él de vuelta al Inframundo.

Gian Lorenzo Bernini. Detalle de El rapto de Proserpina. 1621 – 1622. Mármol blanco. Altura 255 cm. Galleria Borghese, Italia.

Se cree que Zeus fue cómplice de Hades en este extraño secuestro: el rey del Inframundo le había contado a su hermano que estaba listo para encontrar el amor y Zeus, a quien parece que los locos romances le entretenían muchísimo, ofreció como novia a su hija con Deméter. Quizá ambos dioses planearon llamar la atención de Perséfone con una diadema de narcisos, una de sus flores preferidas…

Tras raptarla, contra su voluntad, en su carro de oro se la llevaba entre lamentos: gritó alzando la voz, invocando a su padre el Crónida, excelso y supremo. Ninguno de los inmortales ni de los mortales hombres oyó su voz, ni los olivos ufanos de sus frutos a no ser la hija de Perses de cándidos pensamientos, Hécate la de brillante velo (quien la oyó desde su cueva), y Sol soberano, de Hiperión ilustre hijo, que la oyeron invocar a su padre el Crónida (…)

Homero. Himno II a Deméter. Edición de José B. Torres.

Únicamente Helios, el sol que todo lo ve, y Hécate, diosa de la magia y la hechicería, se dieron cuenta de lo que había pasado. Así ayudaron a Deméter en su desesperada búsqueda de la joven Kore.

Walter Crane. El destino de Perséfone. 1877. Óleo sobre lienzo. 122.5 x 267 cm. Colección privada. Imagen via.

Sea como fuere, el señor de los muertos debió tratar muy bien a la chica en esos primeros y confusos momentos. Además de ser su esposa, le ofreció la posibilidad de gobernar juntos su reino, por lo que se considera que Perséfone tomó gustosa las semillas de granada que Hades le ofreció y que garantizaban su regreso al Inframundo.

Dante Gabriel Rossetti. Proserpina. 1874. Óleo sobre lienzo. 125,1 × 61 cm. Tate, Reino Unido.

Pero Deméter estaba muy enfadada con sus hermanos: habían planificado el futuro de su hija sin contar en absoluto con ella. ¿Cómo iba su Kore a casarse con Hades? ¿Y renunciar ella a pasar todo el tiempo con su hija? Todo este asunto le parecía un sinsentido, otra más de las absurdas ideas de sus hermanos. Pero, a fin de cuentas, como Helios le dijo a Deméter:

No es, en verdad, Aidoneo un yerno indigno entre los inmortales, el soberano de muchos, que tu hermano carnal es y de tu misma simiente: en cuando a su honra, es la que le tocó en suerte cuando en un principio en tres el reparto se hizo; entre aquellos habita de los que le tocó ser soberano.

Homero. Himno II a Deméter. Edición de José B. Torres.

Efectivamente, Hades era un dios poderoso y un monarca justo. Quizá no era mal partido para su hija… Además, Perséfone ya había tomado la granada y había adquirido un compromiso inquebrantable con Hades. Sería la nueva reina del Inframundo. Para tranquilizar a Deméter y favorecer la relación entre madre e hija, Zeus decidió que Perséfone pasaría la mitad del año con su madre y la otra mitad con su marido.

Jan Saenredam. Plutón y Proserpina. 1593 – 1594. Grabado. 32.39 x 21.59 cm. Los Angeles County Museum of Art, EE.UU.

El doble papel de Perséfone

La dualidad de Perséfone es evidente: mientras vive con su madre es Kore, la joven diosa de la primavera, y eran adoradas siempre en pareja. El resto del año, cuando permanece con su esposo en el Más Allá, es Perséfone (Περσεφόνη, la inexorable o la que trae la muerte). Recibía culto con Hades en Esparta, Éfeso, y Eleusis. Allí eran adorados durante las celebraciones de los misterios eleusinos y llamados únicamente Dios y Diosa. Pero al mismo tiempo Perséfone es la reina del Inframundo por derecho propio y, como tal, receptora de ofrendas y oraciones.

Los mitos de Hades

Orfeo y Eurídice

El músico Orfeo (Ὀρφεύς) había heredado su maravilloso talento de su padre, el genial dios Apolo. El joven estaba casado con la hermosa ninfa Eurídice (Εὐρυδίκη) y eran muy felices. Pero Aristeo (Ἀρισταῖος), otro hijo de Apolo, también deseaba a Eurídice. Un día, mientras Orfeo y Eurídice paseaban por el campo, apareció Aristeo, quien comenzó a perseguirles. En su huida, Orfeo notó como Eurídice caía de pronto al suelo: una serpiente venenosa le había mordido en el tobillo. Nada se pudo hacer por salvar a la ninfa, que murió allí mismo envenenada.

János Donát. Orfeo les pide a Hades y Perséfone que liberen a Eurídice. 1819. Óleo sobre lienzo. 134 × 151.5 cm. Galería Nacional de Hungría, Hungría. ©A fotó a Szépművészeti Múzeum – Magyar Nemzeti Galéria szerzői jogi védelme alatt áll.

Apenado, Orfeo bajó al Inframundo: con su música logró dormir a Cerbero y adentrarse en las tinieblas. El joven llegó al palacio de Hades y, tras contarle su triste historia, el dios permitió que interpretara una melodía con su lira. Hades estaba conmovido. Permitió a Orfeo llevarse el alma de Eurídice de vuelta al mundo de los vivos.

Emily Balivet. Orfeo y Eurídice. 2012. Óleo sobre lienzo. 40.64 x 50.8 cm. Emily Balivet.

La única condición que puso es que Orfeo no podría girarse para mirarla en todo el camino hacia arriba. El músico iba aguantando las ganas de ver a su amada como podía. Pero justo cuando estaban a punto de llegar, Orfeo no pudo resistir la tentación. ¿Y si Hades le había engañado? Se giró, y en ese momento vio como su esposa volvía a caer entre las sombras…

Piritoo

Piritoo (Πειρίθοος) era el príncipe de los lápitas e hijo de Ixión -sí, el mismo que terminó en el Tártaro atado a una rueda de fuego por intentar seducir a Hera-. Se casó con Hipodamia, hija del rey de Argos (no confundir con la otra Hipodamia, hija del rey de Pisa, que estaba casada con Pélope). El caso es que durante la celebración de su boda hubo una gran trifulca con los centauros que estaban invitados al banquete. En aquella pelea destacó el héroe Teseo y, desde entonces, se hizo inseparable de Piritoo.

Los dos amigos trazaron un fantástico plan. Cada uno de ellos buscaría una novia de gran alcurnia para casarse con ellas. Es más, el requisito exacto era que fueran hijas de Zeus. Las candidatas eran, ni más ni menos, que la bellísima Helena de Esparta -más tarde de Troya- y Perséfone, diosa de la primavera y reina del Inframundo. Secuestrar a Helena, que en aquel momento tenía sólo 10 años, resultó ser pan comido en comparación lo que les esperaba…

Odorico Politi. Teseo y Piritoo jugándose a los dados a Helena. 1831. Óleo sobre lienzo.

Tras echarlo a suertes, Teseo iba a quedarse con Helena, pero antes ayudaría a su amigo a cortejar a Perséfone. Juntos se dirigieron al reino de Hades. El dios no estaba acostumbrado a recibir visitas, así que sospechaba que algo raro estaban tramando esos dos. A pesar de todo, siendo una divinidad como era, trató a los visitantes con la máxima hospitalidad. Invitó a sus huéspedes a que se sentaran en unos tronos y les ofreció un banquete. Al confirmar sus impías intenciones, unas serpientes salieron de los asientos y los inmovilizaron. Después, Hades mandó a las Erinias que les encadenaran. ¡Cómo osaban secuestrar a la esposa de un dios!

Hades y Perséfone observando como una Furia encadena a Teseo y Piritoo en el Inframundo. Hacia 365 – 350 a.C. Crátera de terracota de figuras rojas. Museo Archeologico Nazionale “G. Jatta,” Ruvo, 1094.

Entonces Heracles apareció para cumplir uno de sus trabajos. Se encontró a los dos amigos encadenados, suplicándole que les ayudara a liberarse. Con el permiso de Hades, Heracles soltó a Teseo y lo llevó de vuelta a la superficie. En cambio, Piritoo, por haber querido casarse con Perséfone, se quedaría para siempre en el Inframundo.

Este mismo mito se cuenta también cambiando la procedencia de los personajes. Aidoneo es el rey de Molosia, casado con Perséfone. Tienen un perro llamado Cerbero. Cuando Teseo y Piritoo les visitan tras secuestrar a Helena con intención de llevarse a Perséfone, Aidoneo ordena a Cerbero que mate a Piritoo. Deja encarcelado a Teseo quien, posteriormente, es liberado por Heracles.

Heracles y Cerbero

Volvamos a Heracles. ¿Qué hacía en el Inframundo justo en ese momento? El héroe estaba superando una serie de pruebas impuestas por el rey Euristeo (Εὐρυσθεύς) para superar un terrible crimen. Resulta que la diosa Hera odiaba a Heracles, puesto que el joven era hijo ilegítimo de Zeus. En un arrebato de furia, Hera volvió loco a Heracles, quien mató a todos sus hijos. Las pruebas eran su camino para alcanzar el perdón y calmar su conciencia.

Pues bien, la última de las pruebas consistía en conseguir domesticar a Cerbero, el perro de Hades. Para conseguirlo, tuvo que ser iniciado en los misterios eleusinos de la diosa Deméter, así aprendería entrar y salir vivo del Inframundo. Con la ayuda de Atenea y Hermes, Heracles desciende al Inframundo desde el cabo Ténaro, una de las entradas tradicionales en la que también existía un oráculo de los muertos.

Hans Sebald Beham. Los trabajos de Heracles: Heracles saca a Cerbero del Inframundo. 1545. Grabado. Cleveland Museum of Art, EE.UU.

Entonces Heracles alcanza el río Aqueronte y el barquero Caronte, impresionado por la fortaleza del héroe y su insistencia, le invita a subir a su barca. Después se encuentra a Teseo y Pirtioo, quienes estaban encadenados. Finalmente, aparece Hades. Heracles le pide amablemente que le deje llevarse a Cerbero, pues es parte de una misión que le ha sido encomendada para purgar sus pecados. El dios le dice: «Por supuesto, amigo, ¡llévatelo! Pero trátalo bien, por favor». Así de fácil (no hay nada como ser amable).

Heracles desencadenó a Teseo y, junto con Cerbero, volvieron a salir del Inframundo.

Hades y Asclepio

Asclepio (Ἀσκληπιός) era hijo del dios Apolo. Su madre, Coronis, murió estando todavía embarazada, por lo que el dios intervino y salvó a la criatura de la pira funeraria. El niño se crio con el centauro Quirón (Χείρω) que le enseñó muchísimas cosas, siendo la más importante el poder curativo de las plantas. Asclepio adquirió gran destreza curando a los enfermos, tanto es así que con el tiempo fue capaz de devolver la vida a los muertos.

Asclepio. Hacia 160 d.C, copia de un original del siglo IV a.C. Mármol. Encontrada en el santuario de Asclepios de Epidauro. Museo Arqueológico Nacional de Atenas, Grecia. Imagen vía.

Pero si había algo que molestara a Hades es que se metieran con las cosas de su reino. Si el tal Asclepio era capaz de resucitar a los muertos, ¿qué iba a pasar con sus súbditos? ¿Y con el Inframundo? Hades protestó ante su hermano Zeus, y éste vio que la reclamación era justa. El trabajo de Asclepio alteraba el orden natural de las cosas y eso no podía ser. Zeus fulminó al médico con uno de sus rayos.

Apolo se disgustó muchísimo con Zeus y decidió acabar con los Cíclopes, puesto que ellos eran quienes fabricaron los rayos de Zeus. Apolo fue castigado a trabajar como sirviente para el rey Admeto de Tesalia durante un año. Transcurrido ese tiempo, Zeus concedió la inmortalidad a Asclepio, que sería venerado como dios de la medicina y aparece en la constelación Ofiuco, «el portador de la serpiente».

Sísifo: el hombre que engañó a la muerte

Sísifo (Σίσυφος) era el rey fundador de Corinto y uno de los más infames inquilinos del Tártaro. A lo largo de su vida se había caracterizado por llevar una existencia llena de maldad y engaños: asesinaba a sus huéspedes en su palacio, se enfrentó a sus hermanos para acabar con ellos y se enemistó directamente con Zeus al acusarle de secuestrar a Egina ante el padre de la chica, llamado Asopo.

Ante tal desacato, Zeus le envió directamente a Tánatos (Θάνατος), el dios de la muerte, para que le recogiera y llevara al Inframundo. Pero Sísifo se las apañó para capturar a Tánatos, dejándole escondido y bien atado con unas cuerdas. Si Tánatos no podía hacer su trabajo, la gente dejó de morir. Hades estaba a punto de perder la paciencia. ¿Qué estaba pasando?

Envió a su sobrino Ares, el dios de la guerra, a buscar a Tánatos. Ares le encontró junto a Sísifo, y liberó al dios. Desde ese momento el rey pasaría a disposición del dios de la muerte. Como era un sinvergüenza, Sísifo le pidió a su mujer que, aunque ya se iba al Inframundo, no le rindiera honores funerarios. Una vez allí, convenció a Hades para que le dejara volver a la vida y castigar a su mujer, que no le había despedido como toda alma se merecía. Hades consintió que regresara al mundo de los vivos pero, al darse cuenta de que era un engaño más, envió de nuevo a Tánatos, quien acabó con Sísifo definitivamente.

Tiziano. Sísifo. 1548 – 1549. Óleo sobre lienzo. 237 x 216 cm. Museo del Prado, España.

Para evitar nuevos trucos, Sísifo terminó castigado en el Tártaro. La tarea con la que le penalizaron era empujar una roca montaña arriba durante todo el día. Cuando paraba por la noche para descansar, la roca rodaba ladera abajo, así que a la mañana siguiente Sísifo tenía que comenzar de nuevo.

Hades vs Plutón

Tres dioses en uno

Como era de esperar, un dios de la importancia de Hades también tenía su contraparte en el mundo romano. Sabemos que uno de los aspectos más característicos del rey del Inframundo era su apabullante riqueza, por lo que los griegos le llamaban Plouton (Πλούτων). Los romanos también estaban convencidos del poderío divino, así que emplearon la misma palabra y llamaron al dios Plutón.

Pero antes de convertirse en Plutón, el dios de los muertos romanos fue Dis Pater, que significaba «padre de las riquezas». Dis Pater era una deidad ctónica muy vinculada a la agricultura y, más tarde, a los minerales y las gemas preciosas.

Luis Cortes «Lecezgar». Dis Pater. 2013. Imagen digital
680x1046px 215.48 KB. ©Lecezgar

Los etruscos también contaban con su propio gobernante del Inframundo, un dios llamado Orco u Orcus. Su función era castigar a las personas que rompían sus juramentos.

Finalmente las tras figuras, Plutón, Dis Pater y Orco confluyeron en el mismo dios. Su historia era similar a la de Hades: era uno de los hijos de Saturno (Crono) y Ops (Rea), y luchó con sus hermanos Júpiter (Zeus) y Neptuno (Poseidón) para derrocar a los titanes. Después, se instaló en el Inframundo, donde reina con su esposa Proserpina (Perséfone).

Las fiestas de Plutón

Los Juegos Seculares

Según la tradición, Valesio, padre de varios hijos, oró a los dioses para que éstos recuperasen la salud, llegando a ofrecer su vida a cambio de la de ellos. Sus oraciones fueron escuchadas y una voz le dijo que se dirigiera al sur, hacia Tarento, y que allí sus hijos bebieran agua del río Tíber entre los altares de Dis Pater y Proserpina. Comenzaron la marcha y la voz les indicó que pararan al llegar al Campo de Marte, donde bebieron del río y sanaron. Rápidamente se durmieron y, al despertar, le dijeron a su padre que la voz les había pedido sacrificios de animales negros para honrar a Dis Pater y Proserpina. Siguiendo las instrucciones del sueño la familia se puso a excavar en ese lugar, encontrando unos altares a los dioses que estaban enterrados.

A partir de ahí quedó establecido que durante tres días (o noches) se realizasen sacrificios a los reyes del Inframundo. Se hizo el propósito de celebrar este festival cada 100 años, más o menos, ya que los romanos consideraban que era el tiempo de la vida de un individuo. Todos tendrían la ocasión de ver las festividades al menos una vez en su vida. Por esa razón se llamaron Juegos Seculares.

Februalia

Como su nombre indica, el festival de Februalia se celebraba en el mes de febrero. Durante los días y, sobre todo, noches, que duraba la fiesta, se purificaba la ciudad para aplacar a los dioses del Inframundo. Además, se les dedicaban ofrendas: se sacrificaban toros y machos cabríos de color negro. El sacerdote que oficiaba los ritos llevaría una corona de ramas de ciprés. Todo el ritual tenía lugar por la noche, por supuesto.

Más sobre mitología griega