Para los griegos, la diosa Hera (Ἥρα) es la representación del matrimonio, aunque el suyo fue de todo menos idílico. También ejercía como diosa de la mujeres, era la señora del cielo y la dueña de las estrellas.
Canto a Hera, la de áureo trono, a la que engendró Rea, a la reina inmortal, dotada de suprema hermosura, de Zeus tonante hermana y esposa, la gloriosa, a la que honran reverentes todos los Bienaventurados por el vasto Olimpo, por igual que a Zeus, que se goza con el rayo.
Himno Homérico XIII a Hera, traducción de A. Bernabé
La diosa griega Hera nació en Samos, bajo un frondoso sauce junto al que construyó un templo en honor a la diosa – los templos dedicados a Hera se llaman Heraion-. Era la hija de los titanes Rea y Crono, y tenía otros 5 hermanos: Hestia, Deméter, Poseidón, Hades y Zeus. Su padre devoró a todos al nacer menos al pequeño Zeus quien, años después, consiguió liberarlos. Tras una lucha sin cuartel, los dioses olímpicos consiguieron imponerse y arrebatar el poder a los titanes. Una nueva era comenzaba.

La boda de Hera y Zeus
Zeus era el hermano pequeño de Hera, con el que aceptó casarse después de que él insistiera muchísimo y, finalmente, intentara forzarla. Para conseguir su propósito, Zeus se transformó en un cuco herido, de manera que, al verle, Hera se compadeciera de él. Cuando ella le sostenía contra su pecho, ¡bum!, Zeus volvió a convertirse en sí mismo, obligando a Hera a que le amara.
Hay una montaña (cerca de Halias en Argos) que se llamaba antiguamente Thornax, pero el nombre ha debido cambiar porque, según la leyenda, es el lugar en el que Zeus se transformó en un cuco. Incluso hoy en día existen santuarios en la cima de las montañas: en el monte Kokkux (Cuco) uno dedicado a Zeus y en el monte Pron uno a Hera.
Pausanias, Descripción de Grecia, 2. 36. 1
Su boda fue un grandioso acontecimiento al que acudieron todos los dioses. Se dice que las Moiras oficiaron el enlace, que tuvo lugar en la isla de Creta, de donde era el novio.
Con motivo de la celebración Gea, la Madre Tierra, le regaló a Hera un hermoso árbol con manzanas de oro que concedían la inmortalidad. La novia lo plantó en su jardín para que lo cuidaran las Hespérides (Ἑσπερίδες), hijas del titán Atlas. Como la diosa Hera no se fiaba del todo de ellas, dejó al dragón de Ladón que las vigilara.

Un matrimonio lleno de altercados
La pareja divina fue feliz durante un tiempo y tuvieron 3 hijos muy resultones: Ares (Ἄρης), Ilitía (Εἰλείθυια) y Hebe (Ἥβη). Ares es el dios de la guerra, Ilitía la diosa de los partos y las comadronas, y Hebe la diosa de la juventud y ayudante de los dioses.
Pero lo cierto es que el matrimonio estaba abocado al fracaso. Zeus era un seductor que continuamente estaba engañando a su mujer con otras. Para Hera la fidelidad era importantísima, porque para algo ella encarnaba los valores tradicionales del matrimonio. Se sentía totalmente humillada y los celos la consumían. La sed de venganza se apoderó de ella, castigando a todas las amantes de su marido y los hijos nacidos de esas relaciones.
El pequeño Hefesto

Además, Hera es la madre de Hefesto (Ἥφαιστος), a quien tuvo en un arrebato de furia cuando Atenea nació directamente de la cabeza de Zeus. Hefesto era muy ingenioso y un auténtico manitas pero, el pobre, nació feísimo. Al compararlo con Atenea, que era maravillosa en todos los aspectos, Hera sentía aún más rabia. ¿Cómo era posible que ella, la reina de los dioses, tuviera un hijo así? ¡Y todo por culpa de Zeus! Sintiéndose ultrajada, Hera empujó a Hefesto por la ladera del Olimpo: el niño estuvo cayendo durante 9 días y 9 noches hasta que llegó al mar. Del golpe le quedó una cojera permanente que no hacía sino potenciar lo poco agraciado que era.
¿Cómo distinguir a la diosa griega Hera?
Hera siempre luce una corona llamada polos (πόλος), que era como un anillo alto que dejaba caer el pelo a los lados. Lo solían lucir las diosas relacionadas con la maternidad: Hera, Cibeles y Rea.
Para desplazarse, Hera utilizaba un carro tirado por pavos reales. Tradicionalmente se ofrecían estas aves como sacrificio en los templos dedicados a la diosa. Pero anteriormente el pájaro de Hera había sido el cuco, como símbolo del noviazgo -en cierto modo algo impuesto, la verdad- entre ella y Zeus.

Del pavo real a la vaca: la historia de Argos
La diosa Hera tenía una conexión también con las vacas y, antes de que los griegos conocieran los pavos reales, a Hera se le sacrificaban vacas. Podría ser porque cuando Zeus mantuvo un romance con la joven Ío (Ίώ) y Hera lo descubrió, transformó a la chica en vaca. Pero el apodo «ojos de vaca» o Boṓpis (Βοῶπις) no es exclusivo de la diosa. En la antigua Grecia consideraban a las vacas los animales más maternales, así que llamar de esta forma a Hera tendría que ver con su carácter de majestuosa madre divina.
Con la joven Ío convertida en vaca Hera quiso evitar más tentaciones, así que le solicitó a Zeus la custodia del animal. El gigante Argos Panoptes (Ἄργος Πανόπτης, el que todo lo ve) sería el encargado de vigilarla ya que tenía 100 ojos. Pero Zeus quería recuperar a la vaca Ío, así que envió a Hermes a rescatarla. El gigante era mucho más grande que el joven dios, pero éste se valió de su astucia para dormir sus 100 ojos a la vez a base de cuentos y la hermosa música de su flauta. Una vez Argos se rindió al sueño, Hermes le mató de una pedrada y le decapitó. Zeus recuperó a Ío. Y, en recuerdo a su fiel servicio, Hera colocó los 100 ojos de Argos en las colas de los pavos reales.

También se asociaba a la diosa con la granada, puesto que es un símbolo de amor, fertilidad y prosperidad.
Los nombres sagrados de la diosa Hera
Los nombres que se utilizaban para referirse a Hera solían describirla como diosa de las mujeres. Hay una serie de apodos que hacen referencia a todas las etapas de la vida de la mujer: desde niña pais (Παῖς), de adulta como teleia (Τελεία), o viuda como chḗrē (Χήρη).
¿Pero cuando enviudó Hera?

La verdad es que nunca, pero una vez la pelea que tuvo con Zeus fue tan intensa, que la diosa se marchó de casa y se refugió en los montes Citerión. Cuando su marido fue a buscarla, siguió el consejo del rey de aquella tierra. Para recuperar a Hera, Zeus tenía que fabricar una imagen de madera y llevarla envuelta en velos como si fuera una nueva novia con la que se iba a casar. A Zeus le pareció un plan estupendo, así que se fue en procesión al templo con su estatua-novia. Cuando Hera se enteró que Zeus iba a casarse con otra, apareció inmediatamente en la escena. Rasgó los velos y respiró aliviada al ver que sólo era una escultura. De esta manera se reconcilió con su marido y se terminó su etapa de «viuda».
Los juegos de Hera
En la antigua Grecia también se celebraban juegos en honor a Hera: los juegos hereos. Se organizaban en Elis cada cuatro años. Los juegos hereos consistían en una serie de carreras a pie en las que las participantes eran únicamente femeninas. Los juegos hereos fueron la primera competición oficial en la que podían participar las mujeres ya que en ese momento tenían prohibido el acceso a los juegos incluso como espectadoras.
Las deportistas competían entre ellas organizadas por categorías de edad. Corrían en el estadio olímpico, aunque una distancia algo menor que en las carreras masculinas. Las ganadoras se llevaban unas coronas de olivo y lo celebraban comiendo una porción de la vaca que previamente le habían ofrecido a Hera. Algunas, además, inscribían sus nombres en las columnas del Heraion.
El origen de los juegos hereos y las 16 mujeres
Según Pausanias existen dos posibles orígenes para la celebración de los juegos de Hera. Por un lado, la reina Hipodamia (Ἱπποδάμεια) estaba agradecida a Hera por haberse casado con Pélope (Πέλοψ). Seleccionó a 16 mujeres para que compitieran en carreras en honor a la diosa.

La otra teoría dice que los juegos son el resultado de la diplomacia para arreglar los conflictos entre las ciudades de Elis y Pisa (no la Pisa de Italia, sino otra en el oeste de Grecia). Se eligieron 16 mujeres de las mejores familias de las ciudades-estado del Peloponeso. Ellas tejerían cada cuatro años una túnica a la escultura de Hera que había en el templo y organizarían los juegos como señales de paz. Las 16 mujeres eran todas casadas.
Mitos de la diosa griega Hera
El nacimiento de la Vía Láctea
Zeus había dejado embarazada a Alcmena (Άλκμηνη) quien, para intentar congraciarse con Hera, le puso de nombre a su bebé Heracles ( Ἡρακλῆς o Hércules) que significa «la gloria de Hera». No sólo eso, sino que Zeus engañó a su mujer poniéndole al niño en su pecho para que mamara. Entre la fuerza descomunal de la criatura y la indignación de la diosa, Hera le apartó bruscamente, y las miles de gotas de leche que cayeron de su pecho se convirtieron en la Vía Láctea.

Hércules y Hera
Estaremos de acuerdo en que la relación entre Heracles y Hera no había tenido un buen comienzo. La diosa persistió en sus ataques al fornido joven. Consiguió volverle loco y que matara a Megara (Μεγάρα), que era su mujer, y a sus hijos. Cuando recuperó la cordura y se dio cuenta del horrible crimen que había cometido, acudió al oráculo de Delfos. Allí se le ordenó que habría de ponerse al servicio del rey Euristeo (Εὐρυσθεύς), quien le encargaría 10 trabajos. Al final tuvo que superar 12 pruebas, porque hubo 2 que Euristeo no consideró válidas.
Después de muchas aventuras y calamidades, Heracles accede finalmente al Olimpo, donde se casa con Hebe, hija de Hera y Zeus.
El juicio de Paris
El juicio de Paris es de estas historias que en las que uno irónicamente piensa «¿qué podría salir mal?». Pongámonos en situación: Peleo y Tetis están celebrando su boda, pero no han tenido el detalle de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Aún así, ésta decide dejarse caer por la fiesta, trayendo como regalito una manzana de oro con la inscripción τῇ καλλίστῃ, o lo que es lo mismo «para la más bella».

Entre las invitadas había tres diosas a las que no les faltaban méritos para hacerse con la manzana: Hera, Atenea y Afrodita. Como obviamente no se ponían de acuerdo, llamaron al príncipe Paris de Troya para que decidiera cuál era la más bonita. Para ganarse su favor cada una le ofreció una pequeña recompensa:
- Hera le prometió ser el emperador de Asia, que venía siendo el hombre más poderoso del mundo.
- Atenea le brindaba la sabiduría y convertirse en ganador de todas sus batallas.
- Finalmente, Afrodita, le concedía el amor de su enamorada, Helena.
Como el amor siempre triunfa, Paris eligió a Afrodita, y la pataleta de Hera fue monumental. La situación se les fue de las manos y comenzó la gran guerra de Troya. Casi nada…
Golpe de estado contra Zeus
En una ocasión Hera y otros dioses se hartaron de Zeus y sus extravagancias, por lo que decidieron derrocarle. Hera aprovechó cuando su marido estaba dormido para drogarle, y entre todos le ataron a su trono. Zeus consiguió liberarse con ayuda de Briáreo (Βριαρεύς) uno de sus tíos los hecatónquiros que tenían 100 brazos y 50 cabezas.

Zeus tenía castigos para todos, pero la peor parada fue Hera, a quien colgó del cielo con unas cadenas de oro y yunques en los pies. Permaneció colgada toda una noche y, como Zeus no pudo dormir por sus gritos, decidió bajarla con la condición de que nunca más se rebelara contra él.
Ixión, el invitado aprovechado
Ixión (Ἰξίων) era el rey de Tesalia y había cometido una serie de crímenes que le obligaban a vivir escondido, entre otros asesinar a su suegro arrojándolo a las brasas ardiendo. Zeus se apiadó de él porque, a fin de cuentas, todos cometemos errores, y le invitó a la mesa de los dioses. Pero Ixión se había encaprichado de Hera y, como no conseguía nada, intentó abusar de ella. La diosa fue a contárselo a Zeus.

Para averiguar si había sido verdad o no, Zeus diseñó una nube con la apariencia de su mujer, y la colocó al lado de Ixión. Cuando éste comenzó a presumir que se había acostado con Hera y acercarse sospechosamente a la nube, Zeus no lo toleró más. Le castigó atándole a una rueda de fuego que giraba a la vez que los vientos que soplaban. Además, Ixión tuvo el dudoso honor de que la rueda se colocara en el Tártaro, el lugar más profundo del inframundo, reservado a los más horribles criminales.
Eco, eco, eco…
Volvamos otra vez al monte Citerión. Se conoce que a Zeus le gustó la zona y decidió volver en más ocasiones. Allí disfrutaba de la compañía de las encantadoras ninfas de la montaña, hasta que Hera fue a buscarle por los bosques. Zeus nombró a una de las ninfas, llamada Eco (Ἠχώ), para entretener a Hera con su hermosa voz e incesante charla y que les dejara tranquilos. Al principio, la diosa estaba muy distraída con la ninfa, pero un tiempo después empezó a sospechar. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no se callaba nunca?

Cuando descubrió lo que ocultaba Zeus, el castigo de Hera fue ejemplar. Quitó a Eco su preciada voz, condenándola a repetir la última palabra de aquel con el que estuviera hablando.
Hera, Jasón y los Argonautas
El héroe Jasón (Ἰάσων) es uno de los protegidos de Hera. El joven había sido educado por el centauro Quirón ( Χείρων) y, llegada la hora, regresó a la ciudad de Yolco, de la que era el legítimo rey, aunque en ese momento gobernaba su tío Pelias (Πελίας). Antes de llegar, encontró a una anciana que le pidió ayuda para cruzar un río. Jasón la tomó en sus brazos y la cruzó sin que se mojara, perdiendo una sandalia por el camino. La anciana, que era Hera camuflada, quedó muy agradecida y decidió proteger al chico en todas las aventuras que le esperaban.

Al llegar a Yolco, el tío Pelias observó al joven semi descalzo y no reconoció a su sobrino. Pero el oráculo le había dicho que tuviera cuidado con un hombre que hubiera perdido la sandalia, pues éste le arrebataría el trono. Asustado, envió a Jasón en un duro viaje: tendría que recuperar el vellocino de oro. Hera le apoyaría en toda la aventura, protegiendo el barco de Jasón, llamado Argo, y favoreciendo el romance entre el héroe y Medea, con la que finalmente se casó.
Hera vs Juno
Los romanos adoptaron a Hera como diosa femenina principal aunque le pusieron el nombre de Juno. Al contrario que Hera, que siempre aparece con toda su dignidad y arrogancia como reina del cielo, Juno es mucho más maternal y próxima a los hogares. Era, sobre todo, la protectora de las mujeres casadas, aunque las cuidaba a todas desde que nacían hasta que morían. El 1 de marzo se celebraba un gran festival llamado Matronalia, en honor a Juno y a todas las casadas de Roma.
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La mitología griega y sus dioses
Hera (nombre romano: Juno) era la esposa de Zeus y la reina de los dioses en la antigua Grecia. Representaba a la mujer ideal, era la diosa del matrimonio y la familia y la protectora de las mujeres durante el parto.
Para los griegos, el mito de Hera representaba el ideal de la mujer de la época. Era la diosa del matrimonio y la vida familiar; su tarea era defender estas dos instituciones a toda costa. Era la deidad femenina más importante del Olimpo y, de un modo u otro, casi siempre conseguía lo que quería.
Hera puede representarlo todo: el fuerte viento que sopla, la tierra sólida sobre la que se apoya, el agua como fuente de vida o el poderoso fuego purificador. Hera tenía algo muy especial en su carácter, determinación, firmeza y honor. Era la reina de todos los dioses y poco comprendida.