Zeus (Ζεύς) es el patriarca de los dioses olímpicos. Es el rey de los dioses, el soberano del cielo y divinidad principal del panteón griego. Zeus es el señor del rayo y la energía, el más poderoso de todos sus compañeros. Su nombre significa, literalmente, «dios». Sin él, la mitología griega no tendría sentido, la verdad.
El nacimiento de Zeus
Si bien la infancia de la primera generación de dioses olímpicos no fue agradable, la del pequeño Zeus es una historia de retos y superación con un final feliz. Zeus era el más pequeño de los hijos de los titanes Rea y Crono, siendo éste el más poderoso de todos y señor del universo. Pero lo cierto es que no podríamos premiarle como padre el año: una antigua profecía indicaba que un hijo suyo le destronaría y se haría con el control del mundo. Crono sospechaba de todos sus retoños, así que decidió devorarlos a medida que iban naciendo. Rea vivía con angustia cada nuevo embarazo porque sabía cuál iba a ser el digestivo destino de sus bebés.
Cuando estaba esperando al sexto, Rea urdió un plan. Este hijo no sería la merienda de Crono. Su misión era salvarle y, llegado el momento, que liberara a sus hermanos. Para conseguirlo pidió ayuda a sus padres -Gea, la tierra, y Urano, el cielo- que la llevaron hasta la isla de Creta. La abuela Gea creó una nueva cueva, conocida como caverna del Dicte (Δικταίο Άντρο), donde nació el niño y permaneció escondido. Cuando el hambriento Crono vino a cobrarse su presa, Rea le entregó una piedra envuelta en pañales llamada ónfalo (ὀμφαλός), que Crono se tragó sin inmutarse.
La infancia de Zeus
El bebé Zeus fue trasladado al monte Ida, también en Creta. Rea le dejó al cuidado de la titánide Temis y las ninfas Adrastea (Άδράστεια) e Ida (Ἴδα), quienes le alimentaban con la nutritiva leche de la cabra Amaltea (Ἀμάλθεια, que significa ternura). En otros relatos Amaltea era la ninfa dueña de la cabra. En cualquier caso, decidió colgar a Zeus de un árbol, acomodado en una cuna: al no estar ni en el cielo y ni la tierra, Crono no le podría encontrar.
Como es lógico, el pequeñín a veces protestaba y berreaba. Las ninfas pidieron a los Curetes (Κουρῆτες), que eran nueve hermanos guerreros, que entrenaran con sus lanzas y escudos cerca de la cueva. El ruido que hacían las armas al chocar entre sí disimularía el llanto de Zeus, pasando inadvertido para su padre.
Jugando con Amaltea, el travieso Zeus le partió uno de sus cuernos. Para consolar a la cabra, Zeus le otorgó poderes mágicos: se convirtió en una cornucopia o cuerno de la abundancia. Desde entonces ha sido símbolo de riqueza y plenitud.
La gran venganza
Zeus creció y se convirtió en un muchacho espléndido. Un día, su madre Rea le contó cuál era su destino: tendría que entrenar duramente para liberar a sus hermanos y, juntos, terminar con el reinado del terror de Crono. El joven se tomó su tarea muy en serio y, asistido por la inteligentísima Metis, trazó el plan para derrocar a su padre.
Metis preparó un poderoso brebaje y lo mezcló con el vino favorito de Crono. Disfrazado de copero, Zeus le ofreció la bebida al titán, quien pronto se sintió indispuesto. Uno a uno fue vomitando a sus hijos, comenzando por el ónfalo que se tragó pensando que era Zeus. Después, agotado, se echó a dormir. Los seis hermanos huyeron y se prepararon para la lucha.
La Titanomaquia, que es como se llamó esta guerra, duró 10 largos años. El mundo no volvió a ser el mismo: la era de los Titanes había terminado y comenzaba la de los dioses olímpicos. El joven Zeus se erigió como monarca supremo y señor del cielo. A partir de entonces, gobernaría a todos desde el monte Olimpo.
Las esposas de Zeus
Realmente las relaciones amorosas de Zeus y los hijos que engendró con todas las mujeres a las que amó forman el grueso de las historias mitológicas. Zeus era un seductor incontrolable, capaz de cualquier cosa con tal de conseguir su objetivo. Cuando se dice que Zeus es el padre de los dioses y de los hombres es porque, literalmente, ¡es así!
Metis
Metis (Μῆτις) fue la mentora de Zeus cuando era un joven dios que vivía escondido de su padre. Metis es la diosa de la sabiduría y el pensamiento. Sus padres eran los titanes Océano y Tetis, por lo que ella era una oceánide.
Metis fue quien ideó la pócima que haría vomitar a Crono para liberar a los hermanos de Zeus. Después, durante la Titanomaquia, se mantuvo al lado de los jóvenes dioses, ayudando a Zeus con sus sabios consejos. La relación entre amos prosperó, y pronto Metis estaba embarazada.
Pero una terrible profecía se cernía sobre la joven pareja…. Se decía que Zeus y Metis tendrían una hija fabulosa que causaría admiración allá donde fuera y que, después, tendrían un hijo de poder colosal, mucho más grande que el propio Zeus. Asustado porque veía peligrar el trono que tanto le había costado conseguir, Zeus engañó a Metis para que se transformara en mosca y, así, la devoró. La historia de esta familia parece que se repite, ¿verdad?
Así es como la diminuta Metis terminó dentro de Zeus, cuidando a la hija que crecía en su interior y preparándole su propia armadura. Cuando llegó la hora, la criatura le provocó a su padre un tremendo dolor de cabeza y, con la ayuda de otros dioses, consiguió nacer. Atenea (Ἀθήνα) vino al Olimpo ya adulta, con armadura completa, y con toda la sabiduría de su madre.
Temis
Temis (Θέμις) es la diosa de la justicia y la equidad. Pertenecía a la primera generación de titanes, así que era hija de Gea, la madre tierra, y Urano, el cielo.
Conocía a Zeus desde que éste era un bebé, ya que fue una de las encargadas de criarle. Con él tuyo 6 hijas, agrupadas en dos tríos: las Horas y las Moiras. Las Horas (Ὧραι) simbolizaban el orden de la civilización y la naturaleza. Este grupo de hermanas en realidad son una segunda generación de las Horas, ya que las primeras son las estaciones del año.
- Eunomia (Ευνομια), era la encargada de las leyes y la legislación. Estaba relacionada con el buen funcionamiento del Estado y el respeto al orden civil.
- Dice (Δικη), representaba la justicia de los hombres.
- Irene (Ειρήνη), que era la paz.
Por su parte las Moiras eran las diosas del destino. Su papel era fundamental, ya que acompañaban la vida de cada persona desde el nacimiento hasta que se producía la muerte. La primera manejaba una rueca donde preparaba el hilo, representando el principio de la vida; la segunda la iba desenredando a medida que pasaba el tiempo; finalmente, la tercera, cortaba con sus tijeras cuando se producía el último aliento. Las Moiras formaban parte del cortejo de Hades en el Inframundo y eran:
- Cloto (Κλωθώ), la primera, era la encargada de preparar el hilo de la vida.
- Láquesis (Λάχεσις), medía la longitud.
- Átropos (Ἄτροπος), cortaba cuando decidía que había llegado el fin.
Eurínome
Eurínome (Εὐρυνόμη) era una oceánide hija de Océano y Tetis, hermana, por tanto, de Metis. Con ella Zeus engendró a las Cárites (Χάριτες), a quienes los romanos llamaban Gracias por lo gráciles y delicadas que eran:
- Aglaya (Ἀγλαΐα), que representaba la belleza;
- Talía (Θαλία), sería la abundancia;
- Eufrósine (Εὐφροσύνη), que era la alegría.
Tiempo después, cuando Hera repudió a su hijo Hefesto por lo feo que era y lo tiró del monte Olimpo hacia el mar, Eurínome se hizo cargo de él. Aún pasó algo más de tiempo antes de que Hefesto y la hermosa Aglaya se casaran. Pero esa es otra historia…
Deméter
Deméter (Δημήτηρ) era la diosa olímpica de la cosecha y la agricultura. Era una de las hermanas mayores de Zeus. Fueron todos invitados a una boda, y allí Deméter sintió un flechazo por su sobrino Yasión (Ἰασίων), que estaba de muy buen ver. Vivieron un breve romance que Zeus terminó tajantemente, fulminando a Yasión con un rayo.
Después, el rey de los dioses vivió un affaire con su hermana. Deméter dio a luz a una niña, conocida por todos como Kore (Κόρη), la diosa de la primavera, aunque su nombre real, por el que la llamaban sus devotos, era Perséfone (Περσεφόνη).
Perséfone vivió, a su vez, una vida bastante trepidante. Fue secuestrada por su tío Hades con el beneplácito de su padre. Hades quería convertirla en su reina, pero a Deméter la idea no le gustaba en absoluto. Después de una larga búsqueda, la joven apareció, pero ya había adquirido un compromiso con su galán. Zeus decidió que Perséfone pasaría 6 meses al año con su madre en la tierra, trayendo las flores -sería la primavera y el verano- y 6 meses con su marido -otoño e invierno-, en los que la tierra permanecería yerma.
Mnemósine
Mnemósine (Μνημοσύνη) era la diosa de la memoria y la inventora del lenguaje y las palabras. Sus padres eran Gea y Urano, por lo que Mnemósine es una titánide de primera generación.
Zeus pasó con ella nueve noches y, cuando las estaciones habían dado una vuelta completa, ella tuvo nueve hijas fascinantes. Las Musas (Ἰασίων) son las diosas de las artes; cada una de ellas patrona de una disciplina artística. Vivían en el monte Olimpo y eran compañeras del dios Apolo. Bajaban a la tierra cada vez que algún mortal reclamaba su inspiración para llevar a cabo una tarea:
- Calíope (Καλλιόπη, la de bella voz), musa de la poesía épica
- Clío (Κλειώ, alabar, cantar), musa de la historia
- Euterpe (Ευτέρπη, la muy placentera), musa de la música
- Erató (Ερατώ, la amorosa), musa de la poesía lírica y erótica
- Melpóneme (Μελπομένη, la melodiosa), musa de la tragedia
- Polimnia (Πολυμνία, la de muchos himnos), musa de la retórica
- Terpsícore (Τερψιχόρη, la que deleita en la danza), musa de la danza
- Talía (Θάλεια, significa florecer), musa de la comedia
- Urania (Οὐρανία, celestial), musa de la astronomía
Leto
Leto (Λητώ) era considerada diosa de la maternidad y protectora de la infancia. Sus padres eran los titanes Ceo y Febe. Su relación con Zeus le trajo no pocos quebraderos de cabeza, pues ella sí hubo de enfrentarse a los celos de Hera. La reina de los dioses no iba a permitir ser engañada, así que condenó a Leto a vagar por el mundo para dar a luz, pues no podría hacerlo en tierra firme. Finalmente, la futura madre llegó a la isla flotante de Delos. Compadecido por sus súplicas, Zeus pidió a su hermano Poseidón que anclara la isla al fondo marino, para darle estabilidad y algo de tranquilidad a Leto.
Zeus y Leto tuvieron una encantadora pareja de mellizos, niño y niña. Ambos se convirtieron rápidamente en dioses olímpicos y dos de los hijos más amados y respetados por su padre. Sí, Zeus tenía hijos preferidos y, además, se notaba: al rey de dioses no le importaba lo que pudieran opinar los demás. Los formidables gemelos eran:
- Apolo ( Ἀπόλλων), dios del sol, la luz, la música, la poesía, la arquería, la salud, la belleza, y además profeta y adivino. Por si todo esto fuera poco, era guapísimo, el ideal de la belleza física griega.
- Artemisa (Ἄρτεμις), era la diosa de la caza, los animales salvajes, las doncellas y los partos. Posteriormente se asociaba con la luna, para diferenciarse del brillo dorado de su gemelo.
Zeus y Hera
Finalmente, Zeus tomó por esposa a su hermana Hera (Ἥρα), la diosa del matrimonio. Al principio, ella no estaba demasiado interesada, por lo que él tuvo que insistir muchísimo. En vista de que Hera seguía rechazándole una y mil veces, Zeus tuvo una idea. Se transformó en un cuco, un pájaro que estaba muy asociado a la diosa, quien, al ver a la frágil criatura, no pudo resistirse a tomarlo en sus brazos. Entonces Zeus se convirtió en Zeus y ella, avergonzada porque alguien podría pillarles tan juntitos, no tuvo más remedio que acceder a casarse con él. Ambos se convirtieron en la pareja más importante del Olimpo y gobernaban sobre los demás dioses.
Zeus y Hera tuvieron juntos tres hijos:
- Ares (Ἄρης), el temible dios de la guerra. Representar los aspectos más cruentos de las batallas y los conflictos no hacían de él el dios más querido del Olimpo, ni siquiera para su propio padre.
- Hebe (Ἥβη) era la diosa de la juventud. Estaba muy unida a su padre, ya que era la encargada de servirle el vino.
- Ilitía (Εἰλείθυια) era la diosa de los nacimientos y las comadronas.
El matrimonio entre Zeus y Hera estuvo plagado de sinsabores debido a las continuas infidelidades de él. Hera se enfadaba muchísimo cada vez que descubría una nueva relación, estaba verdaderamente harta de las artimañas de su marido. Pero así era el carácter de Zeus y nada ni nadie le hizo cambiar jamás.
Otros hijos de Zeus
¿Cuántos hijos de Zeus llevamos ya? ¿Los has contado mientras leías? Como ves, la lista de hijos de Zeus es larguísima… Aparte de los que tuvo de sus relaciones oficiales, Zeus vivió incontables aventuras amorosas que dieron su fruto. Algunos de sus hijos héroes; otros, reyes; mientras que sólo los más especiales alcanzaron la inmortalidad y se convirtieron en dioses. Los más destacados de sus hijos fueron:
Hermes
Zeus vivió una aventura con Maya (Μαία), hija de la oceánide Pléyone y el titán Atlas, que estaba castigado sujetando el mundo. Nació un niño, Hermes (Έρμῆς), dios del ingenio, los viajeros, el comercio, los ladrones y los pastores. El chico era rápido, astuto, ágil y tremendamente listo. Trabajaba codo con codo con su padre, puesto que era su mensajero personal.
Dioniso
Dioniso (Διόνυσος) es el dios del vino, la vendimia, el teatro y la fertilidad, entre otras cosas. Su madre fue Sémele (Σεμέλη), una princesa de Tebas que era nieta de Ares, el dios de la guerra. Estos complejos enredos familiares no suponen ningún tipo de problema en la mitología griega. Zeus se enamoró de ella, causando la ira de Hera, quien terminó con la princesa. El rey de los dioses salvó a la criatura que Sémele esperaba y se la cosió en su muslo para que terminara el proceso de gestación, por eso Dioniso es el dos veces nacido.
Como el pequeño inventó el vino su padre, en agradecimiento, le concedió la inmortalidad. ¡Menudo regalo! A su vez, Dioniso rescató a su madre y también la hizo inmortal, así podría vivir con él en el Olimpo.
Heracles
El poderoso Heracles era hijo de Zeus y Alcmena (Άλκμηνη), esposa de Anfitrión (Ἀμφιτρύων). Zeus tomó la apariencia del marido ausente para acostarse con Alcmena, dejándola embarazada. Pero, seguidamente, regresó el auténtico Anfitrión, ¡y también dejó embarazada a Alcmena! De estas uniones nacieron unos «gemelos» bien diferentes: Heracles (Ἡρακλῆς) e Íficles (Ἰφικλῆς). El hijo de Zeus destacó desde un principio por su poderío físico, estrangulando a unas serpientes que le envió Hera nada más nacer.
Sus aventuras y desventuras le llevaron a superar 12 terribles trabajos que, finalmente, le garantizaron un puesto en el monte Olimpo como inmortal.
Perseo
La princesa Dánae (Δανάη) había pasado la mayor parte de su vida encerrada en una prisión por su padre, el rey Acrisio. El rey estaba decepcionado porque no tenía hijos varones que heredaran su reino. Además, una profecía decía que el hijo de Dánae acabaría con él. La joven vivía oculta del mundo sin poder salir. Pero Zeus se encaprichó de ella. Transformado en lluvia de oro cayó sobre Dánae, quien se quedó embarazada y tuvo a Perseo (Περσεύς).
Con el tiempo Acrisio escuchó llorar al niño. Como no creía que fuera hijo de Zeus, puso a Dánae y Perseo en un cofre cerrado y los lanzó al mar. Zeus condujo el cofre hasta una isla para ponerlos a salvo. Perseo es principalmente conocido por ser quien cortó la cabeza de Medusa. Y sí, la profecía se cumplió: también mató a su abuelo Acrisio…
¿Cómo distinguir a Zeus?
La imagen de Zeus es bastante característica y se le distingue muy bien en el arte. Es el más mayor de los dioses: un elegante hombre con barba, que destaca su madurez, y musculoso. Suele adornar su pelo con una corona de hojas de olivo. Además, lleva el cetro, signo de su poder real. En algunas ocasiones sujeta en la mano una pequeña escultura alada de Nike (Νίκη), la diosa de la victoria.
En cuanto a la ropa, o aparece desnudo, o bien se envuelve en un largo manto o himatión (ἱμάτιον) que suele combinar con una túnica larga llamada quitón (χιτών).
¿Qué es la égida?
Parece ser que Amaltea siguió cumpliendo una función protectora para Zeus más allá de haberle criado en su más tierna infancia. Una vez el animal pasó a mejor vida, Zeus aprovechó su piel y se hizo la égida (αἰγίς). Y, ésto, ¿qué es?
La piel de Amaltea tenía poderes prodigiosos. Zeus le pidió a Hefesto, el dios herrero, que le fabricara un escudo con ella que le servía para parar todos golpes que le infligían sus enemigos. Este escudo de piel de Amaltea es la égida. Atenea, hija de Zeus, también empleaba la égida, pero a modo de coraza y decorada con la cabeza de Medusa.
El rayo de Zeus
Pero si hay un elemento que caracteriza a Zeus y le diferencia del resto de dioses es el rayo. Sus primeros rayos los recibió de sus tíos los Cíclopes cuando los liberó del Tártaro para luchar con él en la Titanomaquia. Para que quede clara la potencia de los rayos de Zeus, los nombres de los cíclopes son Brontes (Βροντης) que significa «el que truena»; Estéropes (Στεροπης), que es el que da el rayo; y Arges (Ἄργης), el que brilla. Los rayos de Zeus son el arma definitiva y, absolutamente todo el mundo, dioses y mortales, les tenían miedo.
Los animales sagrados de Zeus
Los animales con los que se identifica a Zeus son el águila y el toro. En el mito de Ganímedes (Γανυμήδης), Zeus se transformó en águila para secuestrar al muchacho, del que se había enamorado. Tanto le quería, que se lo llevó al Olimpo, donde le convirtió en el distinguido copero de los dioses -quitándole ese puesto a su hija Hebe.
El toro fue otra de las transformaciones de Zeus, en este caso, para entablar relación con la princesa fenicia Europa (Εὐρώπη). La joven estaba recogiendo flores con sus amigas mientras cuidaba el ganado de su padre. Zeus, convertido en un toro blanco, se camufló entre las reses. Europa le acarició el lomo y, al ver que era manso, se montó encima. Zeus aprovechó para salir nadando hasta la isla de Creta. Tuvieron tres hijos: Minos (Μίνως), Radamanto (Ῥαδάμανθυς) y Sarpedón (Σαρπηδών).
Las plantas sagradas de Zeus
Las plantas que se atribuyen a Zeus son la encina y el olivo. Los sacerdotes que estaban consagrados al dios escuchaban el rumor del viento entre las hojas de las encinas y de ahí deducían los mensajes que Zeus les enviaba. Por su parte, a los ganadores de los Juegos Olímpicos se les ofrecían coronas de olivo.
El culto a Zeus
Todos los griegos consideraban a Zeus su dios principal y su culto era reconocido tanto en la Grecia continental como en las islas y las colonias de todo el Mediterráneo. Zeus era panhelénico, es decir, de todos los griegos, sin excepción. Su santuario principal estaba en Olimpia. Si el templo en sí era de unas dimensiones considerables, lo más importante estaba en el interior: la gran estatua de Zeus. La realizó el escultor Fidias con técnica crisoelefantina, que combina marfil y oro. Fue una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, de un tamaño (12 metros) y calidad extraordinarias. A fin de cuentas, Zeus lo merecía.
En muchas ocasiones el culto a Zeus se celebraba al aire libre en zonas conocidas como témenos (τέμενος) donde el propio terreno era sagrado aunque no hubiera ninguna construcción. Sobre un pequeño altar se depositaban las ofrendas al dios.
El oráculo de Dódona
El que decían era el oráculo más antiguo de Grecia estaba en Dodona, en la región de Épiro. Allí los peregrinos podían consultar a Zeus sus dudas más grandes: ¿Debería reconciliarme con mi familia? ¿Me caso, o no me caso? ¿Es este niño mi hijo legítimo? Se han conservado numerosas tablillas de metal con las preguntas, pero no de las respuestas… Probablemente los peregrinos se las llevaban con ellos allá donde fueran, ya que era el mensaje directo del rey de dioses.
Unos sacerdotes llamados selos (οι Σελλοί) custodiaban el oráculo e interpretaban las respuestas escuchando el rumor del viento en las hojas del árbol sagrado. Los sacerdotes siempre iban descalzos. Después se unirían tres sacerdotisas llamadas peléades (αἱ πελειάδες, las palomas) para transmitir el mensaje del dios.
Los nombres sagrados de Zeus
A una divinidad de la categoría y prestancia de Zeus se le llamaba de distintas maneras para demostrar su poder y recalcar su soberanía en diferentes circunstancias. Además del culto público y social enfatizado por templos y festivales, Zeus era adorado en cada uno de los hogares griegos y considerado un dios doméstico.
- Memactes (Μαιμάκτης), por el que los griegos consideraban el quinto mes del año, memacterion, que coincidía con noviembre-diciembre. Significa agitado y bullicioso, y se identificaba tanto con el carácter de Zeus como con el aire frío de esa época del año.
- Eleuterio (Ἐλευθέριος) que significa el libertador. Algunos autores creen le llamaban así porque los hombres libres, o eleuteros, construyeron el pórtico cerca del templo del dios en Atenas; otros porque los atenienses se libraron de ser súbditos de Persia. Con esta versión de Zeus se celebraban unas fiestas llamadas Eleuterias en distintas regiones de Grecia.
- Olimpio, porque, obviamente, era el rey del Olimpo.
- Panhelenio, que significa de todos los helenos. Zeus era reconocido en toda Grecia como dios supremo.
- Aigiochos (Αἰγιδούχος), es decir, el portador de la égida.
- Liceo (Lykaios) o lobuno. El festival que estaba relacionado con este Zeus eran las Liceas, unas fiestas muy antiguas con rituales secretos que implicaban, incluso, sacrificios humanos y canibalismo.
- Xenio (ξένος) el hospitalario. Para los griegos la hospitalidad y el buen trato a los invitados era fundamental y, los que no lo cumplían a rajatabla, eran severamente castigados. Si no, que le pregunten a Ixión.
- Miliquio (μειλίχιος) el amable, o el que debe ser apaciguado. A este Zeus se le ofrecían pasteles como sacrificio en un festival llamado Diasia. Las celebraciones tenían lugar por la noche, al igual que las de otros dioses ctónicos como Hades y Perséfone.
Los Juegos Olímpicos
Los Juegos Olímpicos eran la más importante de las celebraciones en honor a Zeus. Tenían lugar en Olimpia, en la región del Peloponeso. Durante las festividades se llegaba a una tregua en todas las guerras: era el momento de mostrar la unión de todas las polis griegas. Debido a la magnitud del evento, hasta aquí acudían atletas de todo el mundo mediterráneo, con la particularidad de que todos eran hombres -las mujeres competían en otros festivales-. La primera celebración oficial de la que se tiene constancia fue en el año 776 a.C. y, desde entonces, se estableció que se celebraran cada 4 años. La tradición se mantuvo durante más de un milenio hasta que el emperador romano Teodosio I la suprimió porque estaba dedicada a Zeus y el asunto era un poco pagano – y, a mayores, hubo un incendio en el templo de Zeus-.
¿Cómo eran los Juegos Olímpicos de la Antigüedad?
Los Juegos Olímpicos (Ὀλυμπιακοὶ Ἀɣώνες) siempre se celebraban durante el verano en Olimpia, y los participantes tenían que ser hombres libres que hablaran griego. El deporte era fundamental en la antigua Grecia: los niños desde los 12 años entrenaban en distintas disciplinas deportivas como parte de su formación. Al practicar ejercicio estaban honrando a los dioses: se mostraban fuertes y ágiles en caso de que hubiera una guerra, se templaba el carácter y se forjaban nuevas amistades. Mens sana in corpore sano que dirían más tarde los romanos.
Los atletas se enfrentaban en competiciones deportivas de varias categorías: carreras, saltos, lucha, lanzamientos, pruebas hípicas… Al igual que en otros Juegos celebrados en honor de los demás dioses, los Juegos Olímpicos contaban con certámenes artísticos.
En la primera jornada se realizaban sacrificios rituales a Zeus y se presentaba públicamente a los participantes. Transcurridos los días de las pruebas, se finalizaba con la entrega de premios en la entrada del templo y un gran banquete para todos.
La corte de Zeus
Como era de esperar, Zeus contaba con un cortejo digno de su gran majestad que le facilitaban algo sus muchas tareas.
Las fuerzas ancestrales
Cratos (Κράτος, la fuerza masculina y el poder), Zelo (Ζηλος, el fervor y la dedicación), Nike (Νίκη, la victoria) y Bia (Βία, la fuerza femenina y la violencia) eran cuatro hermanos hijos de Estigia. Colaboraban con Zeus desde los tiempos de la Titanomaquia, y le apoyaban en todas sus aventuras. Cuando la situación era tranquila, su labor era custodiar el trono divino. Nike revoloteaba alrededor de Zeus y se posaba en su mano, como se ve en muchas esculturas.
Hermes, el mensajero
Hermes era el mensajero de Zeus. Gracias a su don de gentes y facilidad para la oratoria, hacía llegar los mandatos divinos allá donde le encomendara su padre.
La ley y el orden
Temis y sus hijas, Moiras y Horas, asistían permanentemente a Zeus para controlar el buen funcionamiento del universo. La madre se encargaba, además, de convocar a los demás dioses cuando el rey quería recibirlos.
El calor del hogar
Hestia, la diosa del hogar, residía permanentemente en la casa de Zeus. Era una de sus hermanas mayores, pero pronto tomó la determinación de no casarse nunca, obligando a Zeus a aceptar su decisión. Al rey de dioses le pareció estupendo y concedió a Hestia su deseo. Ella cuidaba de la casa y mantenía vivo el fuego del hogar.
El banquete de los dioses
Por su parte, Hebe y Ganímedes servían las copas en los banquetes divinos. La primera en ostentar esta posición fue Hebe pero, más tarde, cuando su padre se enamoró de Ganímedes, éste la sustituyó. Cuando Heracles accedió al Olimpo como inmortal, Hebe se casó con él.
Harpías
Las Harpías eran unas hermanas que, al principio, eran dos y se llamaban Aelo (Ἀελλώ, el viento tempestuoso) y Ocipete (Ωκυπέτη, el vuelo rápido). Después se unieron Celeno (Κελαινό, la oscura) y Podarge (Ποδάργη, la de pies veloces). ¿Qué tienen en común todas ellas? Su relación con el viento, en especial lo destructivo de éste, y la velocidad. En origen eran unos espíritus con cuerpo de chica alada, guapísimas y con pelazo, pero, dado que su trabajo era llevar a cabo los castigos que mandaba Zeus, se les quitó lo bello y se convirtieron en unos monstruitos con cuerpo de ave, garras puntiagudas y orejas de oso.
Pegaso
Todo rey que se precie necesita un caballo majestuoso, y el de Zeus no podía haber sido más resultón. El corcel era Pegaso (Πήγασος), que había nacido de la cabeza cortada de Medusa, siendo Poseidón su padre. Pegaso tenía unas alas gigantescas que le permitían surcar los cielos volando, aunque al hacerlo movía sus patas como si corriera. Después de muchas aventuras, Zeus le nombró encargado de traerle los rayos y el trueno, así como conductor del carro de Eos (Ἠώς), la diosa del amanecer.
Mitos de Zeus
La batalla entre Zeus y Tifón
Si tras la Titanomaquia Zeus creyó que iba a disfrutar de un reinado tranquilo, no podía estar más equivocado. No hay paz para los malvados. Resulta que Gea, la madre tierra, tuvo un hijo con Tártaro -sí, las profundidades más recónditas del Inframundo-, y le pusieron por nombre Tifón (Τυφών). La criatura era absolutamente espeluznante: era tan alto que con su cabeza tocaba las estrellas, tenía el cuerpo de un hombre pero dos serpientes en lugar de piernas y cabezas de dragón en las puntas de sus dedos. De su boca salían chillidos estremecedores y de sus ojos largas llamaradas de fuego. Su talento especial consistía en crear gigantescas tormentas con vientos huracanados que arrasaban con todo.
La Tifonomaquia
Así con todo, Tifón decidió enfrentarse al poderoso Zeus, pero éste no se iba a dejar ganar tan fácilmente después de lo que había sufrido para vencer a Crono. Cuando comenzó la pelea, negras nubes de tormenta oscurecieron el cielo. Tifón atacó con gran fiereza y consiguió atrapar a Zeus. Le cortó los tendones de manos y pies, y lo metió en un saco de cuero. Escondió su botín en una cueva custodiada por Delfina (Δελφύνη), un personaje que era mitad chica, mitad serpiente. Por suerte Hermes y Egipán (Αιγίπαν, que era mitad cabra y mitad pez) pudieron recuperarlos y recomponer al padre de los dioses.
Zeus bajó de los cielos en un fastuoso carruaje tirado por caballos alados y persiguió a Tifón hasta el monte Nisa, donde las Moiras le hicieron comer un fruto que el pobre monstruo creyó le daría super poderes. La persecución continuó hasta Tracia, donde dios y monstruo se estuvieron arrojando montañas el uno al otro.
Finalmente, Zeus consiguió atraparle colocándole encima el monte Etna y de allí, Tifón bajó al Tártaro. Como agradecimiento a Egipán, Zeus le convirtió en la constelación de Capricornio.
Tetis, la madre de Aquiles
La boda de Tetis y Peleo
Tetis (Θέτις) era una nereida, hija de Nereo y Doris, y nieta de la titánide Tetis (sí, se llaman igual). Zeus y Poseidón le habían echado el ojo: los dos hermanos discutieron por ver quien era el mejor pretendiente para la nereida. Pero una profecía decía que el hijo de Tetis sería aún más glorioso que su padre, así que ambos dioses perdieron el interés, no fuera a ser que alguien les arrebatara su poder…
La cuestión es que la joven se casó con un héroe llamado Peleo (Πηλεύς) en una de las bodas más fastuosas y que más cola han traído de la Historia. Entre los ilustres invitados no estaba Eris, la diosa de la discordia, que era famosa por traer problemas. Primer error fatal. Eris se presentó al banquete, trayendo como regalo una manzana de oro con la inscripción «a la más bella». Rápidamente Afrodita, Hera y Atenea se pelearon por ver quién eran merecedora de la reluciente fruta.
El nacimiento del héroe
Sigamos. Tetis y Peleo tuvieron un hijo, llamado Aquiles (Ἀχιλλεύς). Tetis era una madraza así que quiso darle lo mejor de lo mejor a su pequeño, a pesar de que éste fuera humano. Quería que el chico creciera sano, fuerte y valiente y, a ser posible, inmortal. Decidió sumergirle en las aguas del río Estigia, sujetándole por un talón. Segundo error fatal. Efectivamente, Aquiles consiguió la inmortalidad en todo su cuerpo, salvo ese talón vulnerable por el que le sujetó Tetis y, que a la larga, se convirtió en su «talón de Aquiles».
La amistad de Zeus y Tetis
Tetis rogaba a Zeus para que cuidara de Aquiles y el rey de los dioses hacía todo lo posible por complacerla. No en vano cuando Hera lideró una rebelión para derrocar a su marido, Tetis convocó a Briareo, uno de los Hecatónquiros, para que salvara a Zeus.
Pero la amistad y buen rollo entre Zeus y Tetis no pudo evitar lo inevitable. La guerra de Troya estaba en marcha y Aquiles, como fiero guerrero que era, fue a luchar en el bando de los griegos. Todo iba bien para el joven hasta que Héctor, príncipe troyano, mató a Patroclo, el querido compañero de Aquiles. Tetis comenzó a tener visiones de la futura muerte de su hijo, y le advirtió de que se cuidara, pero el joven no escuchaba a razones: su amigo estaba muerto. Tercer error fatal. Fue a enfrentarse a Héctor, el asesino de Patroclo. Pese a su pericia y su armadura, Aquiles recibió un flechazo en el talón desprotegido, lo que le causó la muerte. Nada pudo hacer Zeus por salvarle.
Leda y el cisne
Leda (Λήδα) era la bella hija del rey Testio de Etolia. Cuando creció, se casó con Tindareo y por varias carambolas del destino llegaron a ser reyes de Esparta. Zeus se fijó en la atractiva reina, y tuvo una gran idea para acercarse a ella. Se disfrazó de cisne y, fingiendo ser perseguido por un águila, se echó en los brazos de Leda buscando protección… y lo que surgiera.
La reina se quedó embarazada y, como esa noche también mantuvo relaciones con su marido, volvió a concebir. En total tuvo 4 hijos: Pólux y Helena, que eran hijos de Zeus; y Cástor y Clitemnestra que eran hijos de Tindareo. Los 4 hijos son bastante populares en la mitología griega. Cástor y Pólux se suelen considerar gemelos y, cuando iban juntos a vivir aventuras, se les conocía como los Dioscuros (Διόσκουροι) que significa «hijos de Zeus». Por su parte, Helena, era la bellísima Helena de Troya, por quien empieza la famosa guerra. Finalmente Clitemnestra se casó con el rey Agamenón y vivió un tremendo drama familiar que terminó con la tortura de las Erinias.
Deucalión, Pirra y el diluvio universal
Conoces la historia del diluvio universal que nos cuenta la Biblia, ¿verdad? Bueno, pues la mitología griega también tiene una explicación para este fenómeno de la naturaleza que pudo acabar en un apocalipsis definitivo.
A Zeus no le agradaba el comportamiento de los mortales: se mostraban arrogantes, vagos y decadentes. Los crímenes se sucedían sin descanso. La cólera divina crecía día tras días, así que Zeus decidió que había llegado la hora de poner orden y terminar con este periodo, llamado la Edad de Bronce. Pidió a su hermano Poseidón, el rey del mar, que anegara la tierra con una formidable inundación. El mundo habría de quedar sumergido bajo las aguas.
Únicamente una pareja Deucalión (Δευκαλίων) y Pirra (Πύρρα) sobrevivieron en su embarcación y ésta fue navegando hasta el monte Parnaso. Allí la pareja ofreció un sacrificio a Zeus por haber salvado sus vidas. Consultaron al oráculo de Delfos, custodiado por la diosa Temis, cómo podrían repoblar la tierra ahora que estaban ellos dos solos. Temis les indicó que se cubrieran las cabezas y arrojaran los huesos de su madre por encima del hombro. ¿Su madre? Si las dos habían muerto ya… ¡Ah, claro! ¡Gea, la madre tierra! Y los huesos eran piedras. Así lo hicieron: las piedras que lanzó Deucalión se convirtieron en hombres y las de Pirra en mujeres.
Zeus vs Júpiter
En Roma Zeus recibió el nombre de Júpiter. Al igual que Zeus, su nombre deriva de las palabras dyu, que significa luz, y piter, que es padre. Por tanto los dos están claramente unidos con el cielo y la luminosidad.
La familia de Júpiter
Al igual que en Grecia, Júpiter era la deidad principal. Se le solía adorar junto con su hermana gemela y esposa Juno (que sería Hera) y su hija Minerva (Atenea, para los griegos) en un grupo que conocido como Triada Capitolina. Su templo principal, el templo de Júpiter Óptimo Máximo, estaba en la colina del Capitolio en Roma, de ahí el nombre.
Tanto Júpiter como Zeus son los soberanos absolutos del cielo y de los demás dioses: unos auténticos lideres. Comparten un aspecto similar: hombres atractivos, con barba, cuyo animal de compañía es un águila y usan los rayos como arma preferida. Ambos son considerados fuentes de sabiduría, aunque en Júpiter se potencia más el aspecto paternal y bondadoso. Hablando de paternidad, los dos tuvieron muchos hijos, pero Zeus, indudablemente, gana: tuvo alrededor de 100 mientras que Júpiter se quedó con «sólo» 14. Si bien los romances de Zeus fueron escandalosos y las infidelidades constantes, Júpiter fue mucho más discreto y bastante más decoroso.
¿Qué poderes tenía Júpiter?
Júpiter poseía el poder de modificar los acontecimientos que ocurrían en la tierra, pudiendo cambiar el destino de los humanos. Para contentarle, los romanos le sacrificaban los siguientes animales blancos: buey, cordero y cabra. Júpiter se manifestaba, sobre todo, a través de fenómenos meteorológicos o el vuelo de los pájaros; sus sacerdotes o augures debían interpretar sus mensajes.
Así, Júpiter estaba más dedicado a representar y proteger al Estado romano. Era la encarnación de la justicia y el guardián de la ley. En él confluían los más altos ideales romanos. Por su parte Zeus tenía una personalidad mucho más humana y carismática.