Deméter (Δημήτηρ) es la diosa del trigo y de la tierra cultivada. Al ser hija de Crono y Rea, pertenece a la primera generación de dioses olímpicos y su culto estuvo muy extendido por todo el mundo antiguo ya que la agricultura era la base económica de esta sociedad.

El papel de Deméter era importantísimo ya que, gracias a su arduo trabajo, la humanidad recibía los dones de la tierra y podía alimentarse. Pero, al igual que el resto de dioses olímpicos, Deméter era una fuerza de la naturaleza que, en caso de descontrolarse, podía terminar rápidamente con sus bondadosos beneficios y malograr las cosechas y traer la hambruna.
La familia de Deméter
Yasión
Si hubo algún personaje que despertó el interés romántico de Deméter ese fue su sobrino Yasión (Ἰασίων). Se cree que los padres del chico eran Zeus -hermano de Deméter- y Electra, quien era una de las 7 Pléyades hijas del titán Atlas; aunque existen otras versiones con distinto padre -la madre sigue siendo Electra. Independientemente de quién fuera su padre, si Yasión era conocido por algo era por su hechizante belleza.
Además de guapo, Yasión jugaba un importante papel en los misterios de Samotracia, siendo el encargado de enseñárselos a los forasteros que ya se habían iniciado en el culto.
El caso es que Deméter y Yasión coincidieron como invitados en la boda de Cadmo (Κάδμος) y Harmonía (Άρμονία, la diosa de la armonía y la concordia) en Samotracia. Inmediatamente Deméter sintió un flechazo por su sobrino, que fue correspondido por el joven. Se acostaron ese mismo día en un campo que había sido arado tres veces, lo cual era un símbolo de la fertilidad de la tierra y los dones que ésta ofrece.
Pero Zeus, un rey acaparador como pocos, se disgustó con la pasión de la pareja, así que lanzó un poderoso rayo contra el bello Yasión. Ya en ese momento, Deméter se había quedado embarazada y tuvo dos hijos:
- Pluto (Πλοῦτος) era el dios de la riqueza, no sólo material sino también de la abundancia de las cosechas por lo que a veces se le representa con una cornucopia o cuerno lleno de frutos de la tierra. Parece ser que Zeus le dejó ciego para que pudiera distribuir sus bienes sin dejarse influenciar por las apariencias.

- Filomelo (Φιλόμηλος) que fue un semidiós patrón de la agricultura y la labranza. De hecho, fue el inventor del carro para arar el campo. Su madre estaba tan admirada con él, que subió al cielo como la constelación Bootes (el boyero o el labrador) que siempre va empujando su carro, que es la Osa Mayor.

Poseidón y Deméter
Para gran hartazgo de Deméter, su hermano Poseidón no dejaba de perseguirla. La diosa no tenía el más mínimo interés en él, por lo que decidió transformarse en yegua y huir de los incesantes intentos del rey del mar. Llegó hasta Arcadia, donde se camufló entre las yeguas del rey de aquella tierras. Pero Poseidón era el dios de los caballos, así que no le costó nada convertirse en uno y alcanzar a la pobre Deméter. Para olvidar el dolor de este abuso, Deméter se bañó en el río Ladón, cuyas aguas tenían el poder de hacer olvidar los malos recuerdos. Tuvieron dos hijos:

- Despena (Δέσποινα, la señorita), cuyo nombre real no se conoce. Trabajaba junto a Deméter y era una de las figuras adoradas en los ritos secretos, especialmente los celebrados en Arcadia. Despena estaba muy relacionada con las fuentes y el nacimiento de los animales
- Arión (Ἀρείων), que significa el mejor y más valeroso. Era un fabuloso caballo que hablaba como un humano. Además, podía correr a tal velocidad que podía pasar sobre las espigas de trigo de su madre y no romperlas. Tuvo varios dueños, entre ellos Heracles, y participó con éxito en los Juegos Nemeos.
Madre coraje: Perséfone y Deméter
Más tarde Zeus también dejó embarazada a Deméter, quien tuvo a su preciosa niña llamada Perséfone (Περσεφόνη), que significa «la que lleva la muerte». La joven, conocida por todos como Kore (Κόρη, la doncella), y su madre, eran adoradas por la gente, ya que de su felicidad dependía el resultado de las cosechas. Se las conocía simplemente como «las diosas».
Un día, mientras Perséfone recogía flores, apareció su tío Hades, señor de los muertos, y se encaprichó con ella. Ni corto ni perezoso se la llevó al inframundo para convertirla en su reina, habiendo obtenido el permiso del padre de ella, o sea, Zeus. Deméter se volvió loca buscando a su hija por todas partes. Durante nueve días recorrió el mundo, sin tomar nada de néctar o ambrosía y sin cuidar de sí misma. Dejó atrás el trabajo de los campos. ¡Poco le importaban las cosechas si no tenía a Perséfone!

El décimo día se encontró con Hécate (Ἑκάτη), una diosa nieta de la titánide Febe que tenía funciones de protectora de las familias, aunque también era experta en magia y hechicería. Hécate le contó a Deméter que había oído los gritos de Perséfone, pero que no sabía qué había pasado. Ambas fueron en busca de Helios (Ἥλιος), el sol que todo lo ve:
Sol que todo lo alumbras, ayúdame al menos tú, si alguna vez, de algún modo, fui grata a tu corazón. La hija que parí, mi más querido tesoro, escuché su agudo grito, que resonó por el cielo como quien sufre una afrenta, más no pude ver quién era. Tú que todo lo contemplas en la Tierra y en el Mar, dime si has visto a mi hija y quién me la ha arrebatado.
Homero. Himno a Deméter. Siglos VII – VI a.C.
Helios les confirmó que la joven se había marchado con Hades, ¡con el consentimiento de Zeus!
Inmediatamente Deméter hizo las maletas y se marchó del Olimpo. Muy enfadada, bajó a la tierra con los humanos, donde exigía que se le rindiera culto adecuadamente. Desatendió completamente su trabajo divino y la tierra se secó. Los campos ya no producían frutos y una gran hambruna cayó sobre las personas.
Alarmado, Zeus se preguntaba qué pasaba. ¿Dónde se había metido Deméter? ¿Por qué no estaba en el Olimpo? Mandó a Hermes e Iris a buscarla y, entre todos los dioses, trataron de convencerla para que regresara enviándole regalos y diciéndole amables palabras. Pero la diosa había tomado una decisión. Hasta que Perséfone no regresara del Inframundo, ella no volvería de Eleusis, donde vivía ahora, y la tierra seguiría yerma.

203.2 cm × 152.4 cm. Leeds Museums and Galleries, Reino Unido.
Zeus recapacitó. Envió a Hermes al Inframundo para que hablara con Hades y recuperara a Perséfone. El señor de los muertos consintió en que su novia se marchara, pero le ofreció unas semillas de granada antes de partir. Al tomarlas, el destino de la joven quedó sellado. Hermes la llevó a Eleusis, donde se reencontró con Deméter y Hécate. Por su parte, Zeus pidió ayuda a Rea, su madre, para que convenciera a Deméter a regresar al Olimpo, y decretó que desde entonces, Perséfone debería repartir su tiempo entre la tierra con su madre y el Inframundo con su novio.
Escúchame hija querida, tan sólo dime una cosa. ¿No habrás probado bocado mientras estabas abajo? Porque si aún no lo has hecho podrás vivir con nosotros. Pero si algo comiste, tendrás que volver allí, pasarás los inviernos en la tierra profunda y al llegar el calor y la tierra esté verde, con nosotros vendrás a reunirte de nuevo.
Homero. Himno a Deméter. Siglos VII – VI a.C.
De esta manera, cuando madre e hija estaban juntas, la tierra resplandecía, las plantas florecían y las cosechas eran abundantes. En cambio, los meses que la pareja pasaba en el inframundo, eran oscuros, fríos, y la vegetación se moría. Con las mudanzas de Perséfone comenzó el eterno baile de las estaciones del año…

¿Cómo reconocer a Deméter?
Los atributos de Deméter están relacionados con la vida en el campo. Es frecuente verla entre cultivos, rodeada de doradas espigas, con las que, a veces, también se adorna el pelo. Las amapolas también son plantas muy queridas por la diosa, ya que simbolizan la fertilidad, pero también el sueño, la muerte y el renacimiento.
En las manos suele llevar una hoz, fundamental para la siega, o bien una antorcha para recordar el tiempo que estuvo buscando a Perséfone.

Deméter aparece como una mujer madura siempre vestida con túnica y manto, la cual, a veces, recoge su pelo en una corona tipo polos. Varios autores la describen como rubia o de cabello claro, quizá en recuerdo a las espigas maduras.
Los animales que más se asocian con Deméter son las serpientes, que representaban la fertilidad de la tierra y el renacer de la naturaleza. Pero las serpientes de la antigua Grecia eran drakones, una mezcla de dragones y serpientes normales. Dos drakones voladores tiraban el carro de Deméter.
En las ofrendas a la diosa se solían sacrificar cerdos. Otros animales que pueden acompañar a la diosa son el salmonete, las salamanquesas y las palomas.
El culto a Deméter
Deméter era una diosa ctónica, lo que quiere decir es que pertenecía no sólo a la tierra, sino también a las profundidades: en cierto modo era una diosa del inframundo. Todas las plantas germinaban bajo la superficie y hundían sus raíces en ella. El inframundo era, por tanto, origen y fin de la vida.
En Deméter también confluía la fertilidad: tanto de los frutos de la tierra como algo más general. Algunas mujeres la adoraban como diosa del matrimonio, y las sacerdotisas instruían a los recién casados.
Los nombres de Deméter
El culto a Deméter estaba tan extendido y era tan fundamental, que los griegos vieron la necesidad de llamar a la diosa de distintas maneras según la función que estuviera representando. Algunos de sus epítetos más conocidos son:
- Ctonia (Χθονια) que significa «de la tierra».
- Maloforos (Μαλοφορος) cuyo significado se centra en su aspecto más campestre, ya que quiere decir «portadora de manzanas» o «portadora de ovejas».
- Tesmófora (Θεσμοφορος) con el cual Deméter se convertía en «la que aplica la ley» o la «legisladora», vinculándola directamente con la titánide Temis. Se empleaba este nombre en las fiestas de las Temosforias, unos ritos exclusivamente femeninos relacionados con las costumbres nupciales.
- Erinia (Ερινυς) es decir, la implacable. Así se puso Deméter después del asunto de Poseidón.
- Chloe (Χλόη) cuyo significado es brotar o fertilidad y, además, tiene relación con los colores verde y amarillo.
Las fiestas de Deméter
A lo largo y ancho de todo el mundo helénico se celebraban fiestas en honor a Deméter en la que se destacaban sus distintas facetas.
En invierno, durante el mes de Poseidón -diciembre y enero-, había un festival llamado Haloa (Ἁλῶα) en Atenas y Eleusis, que conmemoraba las enseñanzas de Deméter a Triptolemo, su protegido y considerado el primer agricultor. Además, este festival estaba también muy vinculado al Dioniso, dios del vino. Se celebraba en las eras y era, principalmente, un festival femenino en el que se iniciaba a nuevas seguidoras. Todas las ofrendas que se realizaban en estos días eran de origen vegetal, con la prohibición expresa de presentar granadas, por razones obvias.
Al comenzar la primavera se celebraba la Chloia (χλοιά) en honor a Deméter Chloe, ya que era el momento en que los cereales comenzaban a brotar y el campo se iba tiñendo de verde.
Durante la Proerosia (Προηροσία), justo antes de arar los campos, se pedía a la diosa para obtener una cosecha abundante. La celebración solía ser en septiembre en Eleusis.
Por su parte, Thalysia (Θαλύσια) era el festival del otoño en la isla de Cos, en el que se agradecía por la abundante cosecha que hubieran recogido ese año.
En Esparta era donde más apreciaban el aspecto más oscuro del carácter de Deméter. Allí celebraban un festival en honor a la diosa donde 4 mujeres sacrificaban una vaca.
Misterios eleusinos
Los misterios eleusinos eran unos ritos secretos asociados a Deméter y Perséfone que sólo podían realizar los seguidores iniciados. Los misterios celebraban el regreso de Perséfone con su madre: el inicio de la primavera y el resurgir de la naturaleza. De la misma manera que se esperaba que Perséfone volviera y comenzara de nuevo al vida, la naturaleza ha de morir para poder dar nuevos frutos.

Los misterios eleusinos enseñaban a sus iniciados el camino a seguir para poder disfrutar de una mejor existencia en el Inframundo. En concreto, cuando estos fieles morían, sus almas irían a los Campos Elíseos ( Ἠλύσια πεδία, campos alcanzados por los rayos del sol), un lugar tranquilo, sin maldad, donde poder disfrutar de la paz.
Una bebida muy especial
Deméter no era una diosa del vino en absoluto, así que en sus ritos no se consumía esta bebida. Tanto ella en sus mitos como sus seguidores tomaban una infusión de cebada y hierbas llamada ciceón (κυκεών, significa remover o mezclar).
Entonces Metanira llenó una copa de vino dulce y se la ofreció a Deméter, pero ésta la rechazó, puesto que le estaba vedado que ella bebiera vino tinto; así que les rogó que mezclaran cebada con agua y menta y se la ofrecieran. Metanira preparó la mezcla y se la ofreció a la diosa tal y como había ordenado. Así la gran diosa lo recibió, siguiendo el rito.
Homero. Himno a Deméter. Siglos VII -VI a.C.
Entre el ayuno y las celebraciones, los iniciados consumían trigo y centeno parasitado por el hongo Claviceps purpurea, o cornezuelo del centeno. El hongo, mezclado con ciceón, actuaría como una potente droga que produciría visiones, y en ese estado se transmitían los secretos misteriosos.
Mitos de Deméter
Deméter en casa de Hécuba

Agotada por buscar a Perséfone, Deméter se paró a descansar en una humilde casa, donde pidió algo de beber. Exhausta como se encontraba, la diosa se tomó de un trago toda la infusión de cebada o ciceón que le prepararon. El niño de la casa se burló de su forma de beber tan grosera, pero la verdad es que Deméter no estaba de humor para bromas. Enfadada, convirtió al niño en lagartija.
Deméter en Eleusis
Cuando estaba buscando a Perséfone por el mundo, Deméter llego a Eleusis, a la corte del rey Céleo y la reina Metanira (Μετάνειρα). Iba vestida como una anciana llamada Doso, se acercó a la fuente y allí la encontraron las hijas de los reyes, que rápidamente le invitaron a quedarse con ellos. Le pidieron que cuidara de sus hijos más pequeños, llamados Demofonte y Triptólemo (Τριπτόλεμος, el guerrero triple), a lo que Deméter, que era muy maternal, aceptó encantada.
Demofonte
Demofonte era un bebé recién nacido, y Deméter estaba encantada con él. Decidió brindarle el mejor de los cuidados y, para ello, lo mejor sería convertir al niño en un dios como ella. A escondidas, bañaba todos los días al niño en ambrosía, la deliciosa comida de los dioses que concedía la inmortalidad y, por las noches, lo acostaba en las brasas de la chimenea para que se fuera deshaciendo de su carne mortal.

La transformación estaba funcionando de maravilla, pues Demofonte crecía cada vez más rápido y robusto. Metanira, su madre, comenzó a sospechar, ya que la anciana que cuidaba del bebé no parecía nada del otro mundo. Pero una noche, la reina sorprendió a Deméter metiendo a Demofonte en la chimenea: escandalizada, obligó a la diosa a soltar a su pequeñín. Entonces Deméter se manifestó en toda su dignidad divina y dijo:
Insensatos sois los mortales… Pues habría hecho inmortal a tu hijo y no habría envejecido en su vida, pero ahora no puede escapar en modo alguno de la muerte.
Homero. Himno a Deméter. Siglos VII -VI a.C.
Efectivamente, Demofonte nunca llegó a ser un dios. Pero, arrepentidos por haber dudado de la buena voluntad de su divina niñera, los reyes Céleo y Metanira rápidamente construyeron un santuario a Deméter en Eleusis.
Triptolemo y la agricultura
Durante su estancia en Eleusis, Deméter también se había encariñado del otro hermano, Triptolemo. Viendo la devoción que sentían todos por ella ahora, decidió volver a ayudarles. Le entregó a Triptolemo granos de trigo y le prestó su carro, tirado por dragones. El joven habría de recorrer la tierra lanzando las semillas, y enseñar a los griegos cómo debían cultivarlas.

Por su proximidad y confianza con la diosa, Triptolemo se convirtió en uno de los primeros sacerdotes que custodiaban los misterios eleusinos. Pero, el pobre, cuando fue a enseñar la agricultura al rey Linco de Escitia, éste casi le mata. Deméter intercedió por su protegido, convirtiendo a Linco en un lince.

Según algunas versiones, Yasión y Triptolemo, los hombres más queridos por Deméter, subieron juntos al cielo para formar la constelación de Géminis.
Carnabón
Triptolemo viajaba muy ocupado en el carro de Deméter enseñando la agricultura a todos los pueblos de Grecia. Llegó hasta Tracia, donde fue recibido muy amablemente por Carnabón (Χαρναβών), el rey de los getas. Pronto la amabilidad se convirtió en abierta hostilidad, pues Carnabón mató a una de los drakones que tiraban el carro. El joven Triptolemo no podía huir, así que vio como Carnabón se abalanzaba hacia él con intención de asesinarle.
Deméter apareció y puso a salvo a su protegido. Reparó su carro y Triptolemo pudo huir. Carnabón sería castigado con una vida llena de dificultades. Se dice, además, cuando murió subió al cielo como la constelación de Ofiuco, que representa a un hombre cazando una serpiente, para que nadie olvidara nunca su afrenta a la diosa.
Erecsitón, siempre hambriento
Erecsitón (Ἐρυσίχθων) era el rey de Tesalia y, la verdad, no tenía demasiado interés en adorar los dioses. Un día, decidió que había llegado la hora de cambiar el techo de su salón de banquetes y necesitaba madera, para lo que se dispuso a talar un bosque ayudado por unos gigantes. Resulta que allí crecía un árbol sagrado dedicado a Deméter, en el que vivían las dríades (Δρυάδες, significa roble) o ninfas del árbol. Cuando Erecsitón se disponía a cortarlo, las dríades le suplicaron que no lo hiciera pues ofendería a la diosa. Como el rey estaba muy decidido y no le importaban nada los sentimientos de Deméter, siguió dando hachazos al árbol.
Enfurecida, Deméter se hizo presente con apariencia de anciana sacerdotisa y pidió por las buenas a Erecsitón que dejara el árbol tranquilo. Él la amenazó con golpearle con el hacha si no se apartaba. Entonces la diosa se convirtió en sí misma, asustando a todos los gigantes que dejaron allí mismo sus hachas. Convocó a su opuesta: Limos, el hambre, una de las hijas de Eris, la discordia, para infligir un castigo singular. Limos tocó a Erecsitón, quien comenzó a sentir un hambre voraz que no era capaz de saciar.

Tanta hambre sentía siempre, que tuvo que vender todas sus propiedades, e incluso a su propia hija, llamada Mestra (Μήστρα) para pagar su comida. La desesperación de Erecsitón era tan intensa que, finalmente, terminó devorándose a sí mismo.
Deméter vs Ceres
Ceres era el nombre que los romanos dieron a su diosa de la agricultura, las cosechas y la fertilidad, cuyo papel era parecido al de Deméter. Su nombre deriva de ker, que significa crecer o crear, mientras que ella le dio su nombre a los cereales. La familia de Ceres es similar a la de Deméter: con su hermano Neptuno transformado en caballo tuvo un hijo llamado Arión; y con Júpiter (Zeus) tuvo a su querida hija Proserpina -que sería Perséfone-.

Los ayudantes de Ceres
Ceres es la diosa que descubrió el grano y como sacar provecho de él con la agricultura. Antes de que les ofreciera este regalo a los hombres, la humanidad sobrevivía como recolectores sin asentarse en ningún lugar fijo. Ceres contaba con la ayuda de 12 dioses de menor rango para las tareas agrícolas:
- Vervactor transformaba la tierra en barbecho, es decir, la dejaba sin cultivos para que recuperara sus nutrientes.
- Reparator la preparaba para un nuevo ciclo agrícola.
- Imporcitor araba el cambo.
- Por su parte Insitor era el que sembraba.
- Obarator creaba nuevos surcos.
- Occator la escarificaba para airear las raíces, dejando la tierra más suelta.
- Sarritor era el encargado de arrancar las malas hierbas.
- Subruncinator la clareaba.
- Messor cosechaba los frutos,
- mientras que Convector los transportaba.
- Finalmente Conditor almacenaba lo obtenido y
- Promitor lo distribuía.
En Roma también se celebraba un importante festival en honor a Ceres a mediados de abril. Se llamaba Cerealia y todos los participantes iban vestidos de blanco. Además de los actos religiosos se organizaban competiciones deportivas -carreras de caballos-. En el mes de julio otro festival, exclusivamente femenino, en el que las fieles ofrecían a la diosa los primeros frutos de las cosechas.
Ceres y el inframundo
El carácter ctnónico de Ceres estaba más marcado que el de Deméter. En los funerales se rezaba a Ceres -o se le sacrificaba un cerdo, si la familia era rica- para que ayudara al alma del difunto a llegar al inframundo y no se quedara vagando por el mundo de los vivos.