De pronto, las luces se apagaron y el silencio volvió a la audiencia. Cuando se levantó el telón, los violines, flautas y oboes empezaron a interpretar la melodía de apertura de la ópera. Pero entonces, de repente, hubo un fuerte ruido y la orquesta se paró. Todos los ojos se volvieron hacia el balcón, donde una figura inconfundible hizo su aparición. Había flores frescas en su cabello trenzado. Sus ojos brillaban intensamente, como las joyas que llevaba. Parecía majestuosa, casi una emperatriz. Los espectadores contuvieron la respiración. Tomó asiento y la orquesta comenzó de nuevo. En esta noche se pudieron ver dos espectáculos, la ópera en el escenario y la obra maestra en lo alto del balcón: Frida Kahlo.

Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar?
Frida Kahlo: una biografía
La familia Kahlo
Wilhelm (Guillermo) Kahlo era un fotógrafo de origen húngaro y alemán. Había nacido en Pforzheim (Baden-Wutenberg) en 1872. Sus padres eran Jakob Kahlo, joyero, y Henriette Kauffmann. Al fallecer su madre, su padre volvió a casarse, pero el joven Wilhelm no se llevaba demasiado bien con su madrastra. En cuanto tuvo oportunidad decidió emigrar, ayudado económicamente por su padre. Llegó a Veracruz en 1890 y se cambió el nombre por Guillermo, comenzando una nueva vida.
La madre de Frida, Matilde Calderón (1874), era de Oaxaca. Su padre, de ascendencia indígena, también era fotógrafo, mientras que su madre tenía antepasados españoles.

Guillermo tenía su propio estudio fotográfico, aunque también hacía colaboraciones para varias revistas y semanarios. El gobierno de Porfirio Díaz se fijó en su trabajo y le encargaron hacer fotografías de la arquitectura y el patrimonio mexicanos, que tuvieron bastante éxito. También varias empresas y fábricas le pidieron que fotografiase sus instalaciones. La mayoría de las fotografías infantiles y de la joven Frida Kahlo son obra de su padre.
La pequeña Frida
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació en el 6 de julio de 1907 en la casa azul que sus padres se habían construido en Coyoacán, a las afueras de Ciudad de México. Era la cuarta hija del matrimonio, ya que tenía dos hermanas mayores y un hermano, que había fallecido a los pocos días de nacer. Por parte de padre también tenía más hermanas, fruto de un matrimonio anterior de Guillermo, pero que únicamente residían con ellos durante las vacaciones ya que estaban internas en un colegio.

Cuando Frida tenía sólo 11 meses, nació su última hermana, Cristina. Frida quedó al cuidado de una niñera indígena a quien, tiempo después, retrataría en su obra Mi niñera y yo. Kahlo aparece como un bebé con cara de adulta, mientras que la mujer tiene el rostro cubierto por una máscara precolombina.
Cuando tenía sólo 7 años Frida ayudó a su hermana Matilde, de 15, a fugarse con su novio a Veracruz. El disgusto de su madre fue enorme y pasaron años hasta que se reconciliaron. Frida, en cambio, siempre mantuvo el contacto con su hermana.
El primer dolor
Lo que parecía una infancia feliz en un entorno idílico se vio pronto trucada por la enfermedad. A los 6 años, Frida contrajo la polio, que le dejó graves secuelas en su pierna derecha y la imposibilidad de tener hijos. En el colegio algunos compañeros se burlaban de su pierna, a lo que Frida respondía manteniéndose al margen y apoyándose en una querida amiga imaginaria. A pesar de esta dolencia, la pequeña Kahlo era una niña vivaracha y una estudiante aplicada.
El padre de Frida siempre estaba apoyándole y transmitiéndole su cariño. Él le ayudó en todo el proceso de rehabilitación de su pierna, haciendo que la niña se apuntara a fútbol y boxeo para ponerse fuerte. Guillermo sufría unos misteriosos desmayos (Frida se enteró años después que padecía epilepsia) por lo que padre e hija estaban muy unidos y empatizaban con sus dolencias.
Frida y la Revolución
La familia Kahlo vivió la Revolución mexicana de 1910 intentando conservar la normalidad en todos los aspectos posibles. Pero Guillermo no conseguía más encargos fotográficos por lo que, en los momentos más duros de la contienda, tuvieron que vender algunos de sus muebles y alquilar habitaciones para conseguir algo de dinero. Frida recordaría años después como su madre atendía a algunos heridos y hambrientos del bando zapatista en el salón de su casa.
El fin del conflicto en 1917 supuso el germen de la nueva identidad nacional mexicana. México se descubría a sí mismo y, además, se gustaba. Su propia historia, su comida, colores, música y tradiciones eran dignas de respeto y admiración. Así nacía su identidad cultural.
En 1921 el ministro de Educación Pública, José Vasconcelos quiso reforzar la creación de este nuevo México, impulsando la creatividad de escritores y músicos mientras ofrecía los muros de iglesias, colegios y edificios públicos a los pintores para que contaran la historia de México. Las paredes se llenaron de color, símbolos y paisajes locales. Cuando Kahlo comenzó la Escuela Nacional Preparatoria comenzó a descubrir su país y a beber del nuevo y reluciente sentimiento nacionalista.
Aunque Frida no era en ese momento una artista, era prácticamente imposible escapar a la influencia mexicana que impregnaba todos los aspectos de la cultura y el saber. Lo mexicano se grabó a fuego en el alma y la sensibilidad de Kahlo, siendo su verdadera fuente de inspiración. Tan identificada se sentía Frida con la Revolución, que casi siempre cambiaba su fecha de nacimiento: decía que había nacido en 1910, el año revolucionario. ¡La verdad no se supo hasta 1981!
Frida y el socialismo
Pero, además, estaba el socialismo. Sus postulados habían llegado a México unos años antes y, algunos líderes de la Revolución habían propagado su mensaje entre la población. El triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia en 1917 y la creación de la Unión Soviética fueron el aliciente definitivo que necesitaba para ponerse de moda. El Partido Comunista mexicano se fundó en 1919: Kahlo se unió a un grupo llamado Los Cachuchas en la Escuela Nacional Preparatoria y hacia 1927 a la Joven Liga Comunista. Para Kahlo, el comunismo y la esencia mexicana eran inseparables.
El primer amor de Frida: Alejandro Gómez Arias
Mientras estudiaba en la Escuela Nacional Preparatoria, Frida conoció al que sería su primer amor: Alejandro Gómez Arias. Era miembro fundador del grupo vanguardista Los Cachuchas.

Los Cachuchas se llamaban así por las gorras de tela que llevaban, rebelándose contra la forma de vestir más formal que se esperaba de los alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria. Frida fue una de las 35 chicas que ingresaron en la escuela, donde había más de 2000 alumnos, por lo que rápidamente destacó y llamó la atención del grupo. Los Cachuchas se dedicaban a leer mucho, debatir nuevas ideas, escribir poemas y pasárselo bien. Casi todos los miembros del grupo fueron personajes destacados de la sociedad mexicana en las décadas siguientes.
Ésta fue una época feliz para Kahlo. Disfrutaba de su joven amor con Alejandro, quería estudiar medicina cuando terminara la Preparatoria, sus bromas eran celebradas por su pandilla y comenzó a pintar como puro entretenimiento. Su padre, siempre atento, permitía que Frida le ayudara a retocar sus fotografías, por lo que la joven había adquirido el hábito de manejar el pincel.
El año de 1925 comenzó con muchas ganas de hacer un largo viaje con Alejandro pues, según le decía Frida en una carta a principios de año «para mí no hay nada más lindo que viajar». Para cumplir su objetivo, la joven se pasó los siguientes meses aprendiendo mecanografía para conseguir un trabajo. En el mes de agosto le escribía a Alejandro:
De día trabajo en la fábrica de la que te platiqué, mientras busco algo mejor porque no hay otra cosa que hacer, imagínate cómo estoy, pero qué se le va a hacer: aunque el trabajo no me atrae para nada, no es posible cambiarlo ahora y lo tendré que soportar como sea…
Coyoacán, 1 de agosto de 1925
El accidente de Frida
Pero si hay un hecho que marcaría de manera definitiva la trayectoria vital y profesional de Kahlo ése fue el terrible accidente que sufrió tan sólo unas semanas después. Frida se refería así a su accidente:
Los camiones (autobuses) de mi época eran absolutamente endebles; comenzaban a circular y tenían mucho éxito; los tranvías andaban vacíos. Subí al camión con Alejandro Gómez Arias. Yo me senté en la orilla, junto al pasamano, y Alejandro junto a mí. Momentos después el camión chocó con un tren de la línea Xochimilco. El tren aplastó al camión contra la esquina. Fue un choque extraño; no fue violento, sino sordo, lento, y maltrató a todos. Y a mí mucho más. Recuerdo que ocurrió exactamente el 17 de septiembre de 1925, al día siguiente de las fiestas del 16… A poco de subir al camión empezó el choque. Antes habíamos tomado otro camión; pero a mí se me había perdido una sombrillita; nos bajamos a buscarla, y fue así que vinimos a subir a aquel camión que me destrozó. El accidente ocurrió en una esquina, frente al mercado de San Juan, exactamente enfrente… En lo primero que pensé fue en un balero de bonitos colores que había comprado ese día y que llevaba conmigo. Intenté buscarlo, creyendo que todo aquello no tendría consecuencias.
Publicado en Fragmentos para una vida de Frida Kahlo, del suplemento México en la Cultura del periódico Novedades. 7 de marzo de 1954. Recogido por Ana María Moix.
En el choque, un pasamanos metálico se soltó y atravesó el cuerpo de Frida. La joven se rompió varios huesos y sufrió daños considerables en la espina dorsal y la pelvis. Los huesos de la pierna que tenía dañada por la polio también se partieron. Inició así un larguísimo periodo de convalecencia, por el que tuvo que pasar mucho tiempo acostada.

Frida estaba desesperada. En su primera carta a Alejandro le decía:
Alex de mi vida:
Tú mejor que nadie sabes todo lo triste que he estado en este cochino hospital, pues te lo has de imaginar y además ya te lo habrán dicho los muchachos. Todos dicen que no sea yo tan desesperada; pero ellos no saben lo que es para mí tres meses de cama, que es lo que necesito estar, habiendo sido toda mi vida una callejera de marca mayor, pero qué se le va a hacer, siquiera no me llevó la pelona.
Coyoacán, 13 de octubre de 1925
Pero, para mayor dolor de la desdichada Frida, la relación con Alejandro comenzó a enfriarse. Frida le regaló el Autorretrato con traje de terciopelo, con una inscripción detrás que decía Heute ist Immer Noch (El hoy aún persiste). El regalo no pudo evitar lo inevitable: en marzo de 1927, el chico se marchó a Europa animado por sus padres, a quienes Frida no gustaba demasiado.
Para que estuviera entretenida, Matilde, su madre, le proporcionó un caballete especial para pintar desde la cama. Además, hizo que le colocaran un espejo en el dosel, de forma que la joven pudiera observarse y utilizarse a sí misma como modelo para sus composiciones. Frida pintaba siempre que tenía fuerzas, creando algunas composiciones que les regalaba a sus amigos Cachuchas y también sus primeros autorretratos. Aún así anhelaba la intensa vida social que llevaban sus amigos, sus tertulias en los cafés y, sobre todo, los viajes europeos de Alejandro, ya que ella creía que jamás volvería a salir de su habitación.
Planes para el futuro…
Frida comenzó a sentirse especial. Quería aprovechar el tiempo y hacer de su vida algo único, aunque fuera diferente a lo que se imaginaba tan sólo unos meses atrás. A pesar de estar prácticamente siempre en casa, convaleciente, comenzó a maquillarse y vestirse a la manera tehuana, más cómoda para llevar sus corsés. Sus modales se volvieron aún más descarados, alejándose de toda formalidad y convencionalismo. Ahora que había visto a la muerte de cerca y que sus posibilidades de ir a la universidad se habían esfumado, Frida comenzó a dar rienda suelta a sus extravagancias.

En cuanto tuvo oportunidad, llevó algunos de sus cuadros, incluido este Pancho Villa y la Adelita (1927), a donde estaba trabajando Diego Rivera. Él era en estos momentos el artista más famoso de México: uno de los padres del nuevo arte mexicano surgido de la reforma educativa de Vasconcelos. Frida le había visto trabajar en la Preparatoria y admiraba enormemente su trabajo.
Tuve el valor de hablarle para que bajara del andamio y viera mis cuadros, y me dijera, con sinceridad, si tenían o no algún valor… Sin más, le dije: «Diego, baja». Y por como es él, tan humilde, tan amable, bajó. «Oye, no vengo a coquetear ni nada, aunque seas mujeriego. Vengo a mostrarte mis cuadros. Si te interesan, dímelo, y si no, también, para ir a trabajar en otra cosa y así ayudar a mis padres». Entonces me dijo: «Mira, en primer lugar me interesan mucho tus cuadros, sobre todo ese retrato tuyo que es el más original. Me parece que en los otros se nota la influencia de lo que has visto. Ve a tu casa, pinta un cuadro, y el próximo domingo iré a verlo y te diré qué pienso. Así lo hizo y me dijo: «Tienes talento».
Hayden Herrera. Frida, una biografía de Frida Kahlo. Planeta. Barcelona 2004. p. 120
Diego Rivera
Diego Rivera (1886 -1957) nació en Guanajato y desde su más tierna infancia mostró un innegable talento para el dibujo. Sus padres alentaron esa pasión creadora, colocando pizarras por toda la casa para que el niño tuviera espacio para pintar. A los 10 años ya era alumno de la Academia de San Carlos en Ciudad de México, donde se formó como pintor. Después vendrían sus estancias en varios países europeos que le pondrían en contacto con los artistas de las vanguardias. Con ellos trabó amistades duraderas, pues les unía su amor por el arte y sus revolucionarias ideas políticas.
Cuando Diego regresó a México era toda una celebridad. El secretario de Educación Pública, Vasconcelos, quería que trabajara para el nuevo gobierno, aportando con su arte las señas de identidad de la nueva cultura mexicana. Diego estaba casado con Lupe Marín, aunque ya había tenido dos hijos de otras relaciones con las artistas rusas Angelina Beloff y Marevna Vorobev-Stebelska.
Diego y Frida se casaron en el Palacio Municipal de Coyoacán en una sencilla ceremonia civil el 21 de agosto de 1929. La madre de la joven no estaba nada contenta con el enlace y apodaba a la pareja «el elefante y la paloma» ya que no podían ser más distintos. Guillermo sí asistió a la ceremonia, aunque advirtió a Diego:
No olvide que mi hija es una persona enferma y lo será toda su vida; es inteligente, pero no bonita. Piénselo… y si a pesar de todo desea casarse con ella, le doy mi consentimiento.
Los primeros meses de casada Frida pasaba los días acompañando a Diego al andamio, puesto que el artista había recibido nuevos encargos del gobierno para pintar murales en el Palacio Nacional. En este momento, para ella, pintar era algo secundario, aunque le servía como apoyo para afrontar nuevas decepciones: las infidelidades de Rivera y la imposibilidad de tener hijos.
Además, Diego fue expulsado del Partido Comunista mexicano, del que era presidente. Los demás miembros del partido no consideraban apropiado que un militante activo aceptara tantos encargos del gobierno en vez de luchar contra él. Frida decidió acompañar a su marido y también se dio de baja.
Frida en EE.UU.
San Francisco
Rivera recibió grandes encargos para seguir trabajando en EE.UU. A mediados de 1930 la pareja se instaló en San Francisco. Para Frida, que apenas unos años antes creía que no volvería a salir de su habitación, el viaje supuso un gran salto hacia la libertad. Mientras Diego trabajaba, Frida aprovechaba para recorrer la ciudad y sus museos:

La ciudad y la bahía son irresistibles. Lo más impresionante es el barrio chino. Los chinos son muy simpáticos y jamás en la vida he visto niños tan hermosos como los suyos. (…) Tuvo sentido venir acá, porque me abrió los ojos y he conocido un sinnúmero de cosas nuevas y bellas.
Carta a su amiga Isabel Campos, desde San Francisco, 3 de mayo de 1931
La pareja tuvo una vida social muy intensa. Eran invitados a conferencias, exposiciones y numerosas fiestas. Aunque al principio Frida se sentía insegura alternando con las grandes personalidades locales, pronto se dio cuenta que ella misma era, inevitablemente, el centro de atención. Sus llamativas ropas, su ingenio y su humor la convertían en un personaje muy atractivo.
Nueva York
En 1931, tras pasar unos meses en México, Frida y Diego se instalan en Nueva York invitados por el Museo de Arte Moderno (MoMA), que se acababa de inaugurar. Diego tenía que preparar una exposición para el museo, por lo que Frida se sentía algo sola y abrumada por la ciudad, su imparable vida social y sus gentes, que le parecían unos ricachones frívolos e insensibles. Pero aprovechó el tiempo y entabló relación con muchos mecenas, galeristas y artistas. De esta manera su universo creativo se fue ampliando; las nuevas ideas y formas de representación se incorporarían a los cuadros de estos años.
Detroit
La siguiente estancia en EE. UU. fue en Detroit, que para Frida supuso un hito personal y artístico muy importante. Se quedó embarazada y, viendo lo delicado de su salud por las secuelas del accidente, los médicos le aconsejaron reposo total; tal vez así, la gestación podría llevarse a término. Lamentablemente el 4 de julio de 1932 Frida sufrió un aborto y fue trasladada al Henry Ford Hospital, donde permaneció ingresada unos días. La ilusión de tener un pequeño Diego fue sustituida por una gran tristeza y ansiedad. Para superar su pérdida comienza a pintar más, llegando a la conclusión de que sus hijos serían sus cuadros.

En octubre de 1932 Frida regresó rápidamente a México para acompañar a su madre en sus últimos momentos. A pesar de no haber tenido con ella la misma relación especial que con su padre, Frida lamentó hondamente su pérdida. La necesidad que tenía de cuidar de Diego, para que éste no trabajara en demasía, y su cada vez mayor interés artístico le ayudaron a salir adelante.
Regreso a Nueva York
Con motivo del éxito de Diego en la exposición del MoMa, Nelson Rockefeller vio una oportunidad de oro para compensar las calabazas que le habían dado Matisse y Picasso en el encargo de la decoración de su Rockefeller Center. Tras una breve negociación, parecía que el acuerdo con el muralista estaba decidido pero, el espíritu libre de Diego y Frida hizo que pronto saltasen las chispas…
La vuelta a México: la gran traición
La pareja se instaló en San Ángel, cerca de Ciudad de México, donde mandaron construir dos casas independientes unidas por una pasarela exterior: así cada uno tendría su espacio creativo y su intimidad. Los primeros meses ambos estuvieron delicados de salud y Frida perdió nuevamente al bebé que esperaba.

Diego vivió una aventura amorosa con Cristina Kahlo, la hermana pequeña de Frida. La artista se sintió profundamente dolida y traicionada por ambos:
Claro que la cosa no es solamente una estupidez sentimental de mi parte, sino que toca a toda mi vida y por eso me siento como perdida, sin nada que pueda ayudarme a reaccionar de una manera inteligente.
Carta a Ella y Bertrand D. Wolfe. 18 de octubre de 1934
Harta de su vida, que considera completamente inútil por no valerse por sí misma, decidió abandonar la casa de San Ángel y trasladarse a un piso en el centro. La nueva independencia se hizo patente en todos los ámbitos: Frida comenzó a cultivar sus propias amistades sin la influencia de Diego e inicia una relación con el escultor de origen japonés Isamu Noguchi. Con el tiempo el número de romances de Frida se incrementará.
Pronto, Frida perdona a su hermana. Aunque el matrimonio no convive, Frida se encarga de llevar las cuentas y Diego de la manutención y gastos médicos de ella. Además, estaban unidos por su compromiso político y tenían numerosas amistades en común.
Frida y el Surrealismo
En 1938, Kahlo presenta su primera exposición en solitario en Nueva York, en la Julien Levy Gallery, donde obtiene grandes éxitos. La muestra contaba con 25 cuadros, de los cuales consiguió vender 12.
Convencida por el escritor y poeta surrealista André Breton, y animada por Diego, marcha a París donde el líder de los surrealistas le iba a montar una gran exposición para darse a conocer al público europeo. Pero a su llegada a París no había nada organizado:
Cuando llegué, los cuadros estaban todavía en la aduana, porque ese hijo de… Breton no se tomó la molestia de sacarlos. (…). Por todo eso fui obligada a pasar días y días esperando como una idiota, hasta que conocí a Marcel Duchamp, pintor maravilloso y el único que tiene los pies en la tierra entre este montón de hijos de perra lunáticos y trastornados que son los surrealistas. De inmediato sacó mis cuadros y trató de encontrar una galería. Por fin una, llamada «Pierre Colle», aceptó la maldita exposición. Ahora Breton quiere exhibir, junto con mis cuadros, catorce retratos del siglo XIX (mexicanos), así como 32 fotografías de Álvarez Bravo y muchos otros populares que compró en los mercados de México, pura basura; ¡es el colmo!
Carta a Nickolas Muray. París, 16 de febrero de 1939 (original en inglés)
Aunque el clima pre bélico no era el más propicio para garantizar el éxito de la exposición Mexique, el Museo del Louvre adquirió uno de sus autorretratos y tanto los críticos como todos los artistas afincados en París – Miró, Kandinsky, Picasso… – alabaron el trabajo de Frida.
La separación de Diego y Frida
En septiembre de 1939, tras 10 años de matrimonio, Diego y Frida ponen fin a su relación. Frida fue capaz de manifestar la intensidad emocional de estos momentos tan dolorosos en sus cuadros. Sus miedos, su inseguridad y su rabia fueron plasmados en su trabajo.
He tenido dos grandes accidentes en mi vida. Uno fue el autobús y el otro fue Diego. Con diferencia, Diego ha sido el peor.
Frida Kahlo

Trust, Mexico, D.F. / Artists Rights Society (ARS), New York
Mira que si te quise, fue por el pelo. Ahora que estás pelona, ya no te quiero.
Versos de una canción popular mexicana que Frida escribió en su Autorretrato de pelona. A Diego le encantaba su larga melena y ella, en un arrebato de furia tras la separación, decidió cortársela.
Carlos Chávez- director del Instituto Nacional de Bellas Artes- mandó una solicitud en nombre de Kahlo para optar a una beca en el Guggenheim de Nueva York. Ahora que ya no contaba con el apoyo económico de Diego, necesitaba una estabilidad financiera. A pesar de los numerosos contactos de la artista y el aprecio que sentían los críticos por su obra, no pudo obtenerla.
En 1942 Kahlo fue elegida miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana, dependiente del Ministerio de Educación. Alejandro Gómez Arias también la propuso para que formara parte de los miembros fundadores del Colegio Nacional, la Academia de Arte Mexicana, pero la idea no prosperó.
Los Fridos
Un año después, Kahlo comienza dar clases en la Escuela de Pintura y Escultura, lo que le genera unos ingresos estables. Como profesora Frida era muy cercana y cariñosa con sus alumnos. No se centraba en la teoría del arte, ya que el artista ha de darse las reglas de su trabajo a sí mismo: Frida les ofrecía su opinión personal por si en algo les podía servir. Además, les enseñaba a fijarse y asombrarse por los pequeños detalles cotidianos, las costumbres y formas mexicanas.
Pero un tiempo después Frida tuvo una recaída y ya no podía ir al centro a diario para sus clases. Sus alumnos más fieles, conocidos como Los Fridos, viajaban a Coyoacán y recibían clases en la Casa Azul. Consiguieron permiso del gobierno para pintar la fachada de la célebre pulquería La Rosita, ubicada muy cerca de la casa de Frida. Con la asesoría de su profesora y de Diego Rivera, los 16 jóvenes hicieron el trabajo que fue inaugurado el 19 de junio de ese año con una gran fiesta. Frida estaba feliz.
Un nuevo matrimonio
Tan solo un año después de su separación, Frida y Diego volvieron a casarse. Se instalaron juntos en la Casa Azul, aunque Diego acudía a trabajar a su estudio de la casa de San Ángel:
El re-casamiento funciona bien. Poca cantidad de pleitos, mayor entendimiento mutuo (…) por fin ya supe que la vida es así y lo demás es pan pintado.
Carta al doctor Leo Eloesser. Coyoacán, 18 de julio de 1941
La artista obtuvo varios encargos para pintar a 5 grandes mujeres mexicanas en el Palacio Nacional, aunque de ésta época es también el retrato dedicado a su padre, recientemente fallecido. Siguió trabajando en varios encargos; los demás cuadros que pinta los vendía rápidamente para poder equilibrar los gastos familiares.
En sus últimos años la salud de Kahlo no hizo si no empeorar. ¡Llegó a utilizar hasta 25 corsés distintos! Los médicos le recetaron unas punciones en la médula que le causaban continuos dolores de cabeza. Para aliviarse, consumía cada vez más alcohol, lo que agravaba aún más su precaria salud. Su amigo, el doctor Eloesser, le disuadió de someterse a más operaciones; le animaba a que cambiara sus hábitos por otros más saludables y que dosificara sus fuerzas. Frida, en cambio, necesitaba demostrar continuamente su gran fuerza vital.
En 1946 volvió a ser intervenida en Nueva York, por lo que tuvo que permanecer dos meses ingresada y luego ocho meses más llevando un corsé de acero. Frida no se atuvo a las indicaciones médicas de reposo total y necesitaba grandes dosis de morfina para soportar el dolor. Consumiría morfina hasta el fin de sus días, valiéndose de distintas artimañas y su indudable encanto personal para hacerse con la droga.
Los últimos años de Frida
En sus últimos años Frida casi no podía moverse por sí misma y necesitaba una silla de ruedas, además de constantes cuidados. El pie derecho, que siempre había tenido resentido, sufrió una infección que derivó en gangrena. Los médicos decidieron que había llegado el momento de amputarlo. El mazazo emocional que supuso para la paciente fue enorme aunque, como de costumbre, procuraba bromear al respecto y mantener su buen ánimo.
En 1953 la fotógrafa y promotora cultural Lola Álvarez Bravo organizó en su galería la única exposición individual de Kahlo organizada en México en vida de la artista. La salud de Frida estaba muy deteriorada y los médicos le desaconsejaron asistir a la muestra. A pesar de la recomendación, Frida encargó una ambulancia y se trasladó hasta la galería. Allí habían instalado su cama y pudo disfrutar con sus invitados de una gran fiesta en su honor.
La primavera de 1954 no se presentaba mejor. Frida enfermó de bronconeumonía y volvió a estar ingresada. A primeros de julio asistió junto a Diego a una marcha para protestar contra el golpe de estado en Guatemala y la intervención militar estadounidense. Unos días después, el 13 de julio de 1954, fallecía en su casa de Coyoacán. En la última entrada de su diario escribió:
Espero alegre la salida – y espero no volver jamás – FRIDA
Frida y sus amigos
Frida era una anfitriona estupenda, gran amiga de sus amigos. Según la hija de Diego, Guadalupe Rivera, quien convivió con ellos una temporada, Frida no sabía cocinar, aunque se esforzaba por preparar los platos favoritos de su marido:
Frida tenía una educación muy avanzada para aquella época, era muy moderna. Era muy organizada y una anfitriona estupenda. Le encantaba preparar la casa y adornar y decorar todo. Era muy buena decidiendo los menús.
Preparaba hermosas mesas mexicanas con manteles maravillosos y la cubertería con sus iniciales y las de mi padre. Su casa estaba llena de flores.
Guadalupe Rivera Marín
A lo largo de su vida, Kahlo se relacionó con algunos de los personajes más influyentes de la cultura y la intelectualidad del siglo XX. Desde sus jóvenes amigos Cachuchas, quienes se convirtieron en personajes relevantes de la cultura mexicana, a otros artistas internacionales y políticos, todos pasaron en algún momento por la Casa Azul.
El arte de Frida Kahlo
¿Qué inspiró a Frida Kahlo?
Frida fue, ante todo, mexicana. Se identificaba tanto con su cultura nacional, exaltada y embellecida desde la Revolución, que su gran interés era plasmar siempre el alma mexicana en sus obras. Incluso hoy en día, varias décadas después de su muerte, Kahlo sigue siendo la artista mexicana más reconocida internacionalmente.
El dolor y el sufrimiento fueron también motor de la creación de Frida: su vida y su obra no pueden comprenderse por separado. Cuando en los primeros meses de convalecencia su madre le encargó un caballete especial y mandó que colocaran un espejo en el dosel de su cama, Frida comenzó a reflejarse a sí misma, a estudiar su propio aspecto y profundizar en sus emociones. El dolor físico y las heridas emocionales que sufrió a lo largo de los años fueron fuente de inspiración artística: el poder pintar sus sentimientos ayudaba a Frida a sanar sus heridas.
Nunca he seguido ninguna escuela ni influencia de nadie, no esperé de mi trabajo más que la satisfacción que pudo darme con el hecho mismo de pintar y decir lo que no podía en otra forma.
Carta a Carlos Chávez. Octubre de 1939.
Pero tampoco se puede obviar la relación de Frida con Diego al hablar de qué le inspiró. El muralista fue el gran amor de Frida: le admiraba y amaba más que a nadie. El interés que Diego sentía por las culturas precolombinas y el desarrollo de la nueva identidad mexicana transformaron la forma en que Kahlo veía el mundo y a sí misma.
Por último, Frida sentía un gran amor por la naturaleza. En muchos de sus autorretratos se representaba con sus mascotas y animales favoritos: ellos sustituían a los hijos que nunca pudo tener.
Frida Kahlo y sus pinturas
A lo largo del tiempo, Frida se fue tomando cada vez más en serio su profesión como pintora. Su obra se compone de más de 140 óleos, además de dibujos y acuarelas. Salvo algunas excepciones, la mayor parte de sus trabajos son de pequeño formato. Su estado de salud condicionaba mucho su forma de trabajar por lo que, debido a los intensos dolores y las numerosas operaciones, quizá no pudo pintar tanto como hubiera deseado. En sus últimos años aumentó el consumo de medicamentos y drogas para calmar su malestar, a lo que debía sumar una gran ingesta de alcohol diaria. Si bien las pinceladas de sus obras eran controladas y medidas, en el trabajo que realizó hacia el final de su vida se aprecia una actitud más crítica y titubeante.
La obra pictórica de Frida Kahlo no era tan abultada como para organizar exposiciones ella sola. En muchas ocasiones trabajaba por encargo y, casi todos los retratos que hizo de sus amigos fueron regalados. Aún así, a partir de los años 40 sí participó en exposiciones colectivas.
Las pinturas más personales de Frida Kahlo: los autorretratos
Frida Kahlo se pasó la vida observándose a sí misma. En este viaje infinito al interior de su ser, se convirtió tanto en objeto como sujeto de su arte. Pero, ¿quién es Frida? Sus autorretratos nos adentran en sus sentimientos más personales y en el ámbito más privado de la imagen que tenía de sí misma. Son pinturas muy revolucionarias en cuanto la protagonista no se presenta siguiendo unos cánones de belleza tradicionales: la representación de la mujer es de todo menos clásica. Kahlo se hace acompañar de símbolos y elementos muy personales, que reflejaban los sentimientos y las sensaciones que ella estaba viviendo en el momento de la creación.
Las dos Fridas (1939)

Estimado Sr. Manrique,
Le agradezco muchísimo su amabilidad y el interés que tiene en publicar en la revista ”Hoy” mi cuadro ”Las dos Fridas”. Con todo gusto trataré de decirle en pocas palabras el proceso que pienso se desarrolló dentro de mi para pintar este cuadro. El hecho de haberme pintado dos veces, juzgo que no es sino la representación de mi soledad. Es decir, recurrir a mi misma buscando mi propia ayuda. Por esta razón las dos figuras se dan la mano. La diferencia en el estilo de los trajes creo que no tiene mayor importancia que la del color y la forma. El Objeto más vivo en el cuadro son los corazones que unidos por arterias imaginarias se vuelven uno solo. La arteria que baja por el brazo de la Frida vestida de tehuana, no se rompe, por que al llegar a la mano que sostiene un medallón donde pinté el retrato de Diego cuando era niño, envuelve el ovalo del retratito, sin dejarle salida a la sangre. En la otra figura, una de las arterias así está rota, y el deseo de contener la sangre la representé en una forma completamente mecánica, con las pinzas del cirujano que una de mis manos sostiene, y que cierran la corriente, permitiendo la vida de nuevo. El fondo del cuadro, dónde las dos figuras están en primer término, es simplemente un cielo que nada tiene de alegre. Por lo poco que puede explicarle, pues todos los motivos realmente vivos del cuadro, son sin duda, subconscientes, creo que el objeto claro de esta pintura es la relación entre mi vida interna y Diego. El deseo de externar con colores y formas lo que no podría con palabras, y también el placer magnifico de pintar por pintar, no importa qué. Le ruego perdone mi manera imprecisa y torpe de responder a sus deseos de darle alguna luz sobre el significado de mi cuadro, pero créame que es todo lo que puedo decir, aún a mi misma. Mil gracias por todas sus atenciones, y reciba los saludos afectuosos de su amiga,
Carta al Sr. Alfonso Manrique. Coyoacán, 25 de octubre de 1939
Frida Kahlo autorretrato con collar de espinas (1940)

Nunca es fácil adentrarse en la mente de un artista cuando se ve arrastrado a realizar un autorretrato, si bien, en este caso la vida de Frida nos da alguna pistas. Este cuadro es el resultado de un flujo imparable de pasión y despecho.
Su trazo audaz nos muestra su imagen de manera centrada, su penetrante mirada se ve reforzada con las cintas y mariposas que adornan su pelo. Podemos interpretar que a su simbología indígena, tradicional en su obra, le podemos sumar el simbolismo de los insectos, lo cuales nos recuerdan a una suerte de resurrección.
El gato negro, representa la mala suerte y mira con deseo al colibrí muerto, el cual simboliza su relación con Diego Ribera. Si observamos las alas abiertas del colibrí notaremos que imitan las cejas de Frida. Los colibríes eran un amuleto de suerte sobre los amores: al verlo enganchado del pico a una corona de espinas nos indica que Kahlo es la mártir de la relación y que, al igual que Cristo, ella sufrió su propia pasión.
El mono en el hombro derecho, que fue un regalo de su ex marido, sería el símbolo de todo lo malo que no podrá borrar de su vida, pues cuando convives una relación tan dura con alguien son muchos los recuerdos y lugares comunes que te llevan a un pasado doloroso.
También este cuadro es una válvula de escape, pues Frida se lo pintó para su amante el fotógrafo Nickolas Muray o, mejor dicho, reflejó todo su dolor en él para que al regalarlo fuese una mujer libre de nuevo.
Cariño, debo decirte que no voy a mandar el cuadro con Miguel. La semana pasada lo tuve que vender a alguien, a través de Misrachi, porque me hacía falta el dinero para una consulta con el abogado. Desde que regresé de Nueva York no he aceptado ni un maldito centavo de Diego. Supongo que comprendes los motivos. Jamás tomaré dinero de ningún hombre hasta mi muerte. Deseo pedirte que me perdones por haber hecho eso con un cuadro que era para ti. No obstante, cumpliré mi promesa y pintaré otro en cuanto me sienta mejor. Es facilísimo.
Carta a Nickolas Muray. Coyoacán 13 de octubre de 1939.
La columna rota (1944)

Frida se presenta completamente sola en este terrible autorretrato, recalcando el inmenso abandono y soledad que sentía en su enfermedad. Cuando lo pintó su salud estaba pasando uno de sus momentos más bajos ya que, entre una serie de intervenciones, tuvo que llevar un corsé de acero durante 5 meses. En La columna rota, Frida aparece en mitad de una llanura bajo un cielo tormentoso. Lleva el corsé metálico que le habían prescrito los médicos, pero su cuerpo está abierto. Su columna, auténtico punto débil de la pintora, se ha convertido en una columna de orden jónico -el orden femenino por excelencia- y, en una analogía total con su realidad, la columna está resquebrajada.
Además están los clavos que agujerean su cuerpo simbolizando el dolor emocional que sentía en su relación con Diego: el clavo más grande lo tiene clavado en el corazón. A pesar de todo el sufrimiento que sentía, Frida procuraba reírse de su destino: las pupilas de sus ojos en La columna rota son pequeñas palomas de la paz.
El venado herido (1946)
En este autorretrato Frida se representó con cuerpo y cuernos de venado, quizá inspirada por su propio cervatillo que tenía como mascota y se llamaba Granizo. Una vez más, Kahlo se recuperaba de otra operación de espalda que le iba a ayudar a caminar mejor, aunque tampoco esta vez los resultados fueron los esperados. Se retrató a sí misma con rostro inexpresivo, casi ajena a las nueve flechas que salen de su cuerpo animal. La cabeza de Kahlo sujeta con orgullo la imponente cornamenta: ella era una mujer que no se dejaba vencer fácilmente.
Frida pintó este cuadro para el matrimonio formado por sus amigos Lina y Arcady Boytler, acompañado de la siguiente dedicatoria:
Ahí les dejo mi retrato, / pa’ que me tengan presente / todos los días y las noches, / que de ustedes yo me ausente.
La tristeza se retrata / en todita mi pintura / pero así es mi condición, / ya no tengo compostura.
Sin embargo, la alegría / la llevo en mi corazón / sabiendo que Arcady y Lina / me quieren tan como soy.
Acepten este cuadrito / pintado con mi ternura / a cambio de su cariño / y de su inmensa dulzura.
Coyoacán, 3 de mayo de 1946
Diego y yo (1949)

Diego ocupaba el pensamiento de Frida de manera continua, casi obsesiva. Aquí le retrató en su frente, indicando que el muralista estaba en su mente a pesar de las desavenencias entre ambos. Diego tiene un tercer ojo en su frente: Frida manifiesta su admiración hacia su esposo a quien consideraba mucho más inteligente, sabio y mejor artista que ella.
Lo más angustioso de este autorretrato es el pelo. Normalmente Frida se representaba con el cabello recogido, pero aquí lo lleva suelto. El pelo se enreda alrededor del cuello, asfixiando a la artista, lo que refleja un altibajo más en la relación de la pareja.
En 2021 se subastó este cuadro y fue adquirido por 34,8 millones de dólares, siendo la obra de cualquier artista hispanoamericano que mayor valor ha adquirido nunca. Curiosamente, la pintura que ostentaba el récord anteriormente era una obra de Diego Rivera titulada Los rivales (1931).
Autorretrato con el retrato de Diego en el pecho y María entre las cejas (1954)

Éste es el último autorretrato de Frida y, actualmente, se encuentra en paradero desconocido. La mezcla de sedantes para calmar los dolores junto con el alcohol hicieron que las pinceladas de Frida cada vez fueran menos precisas y las capas de pintura más gruesas.
Frida se representa como una mujer joven, con Diego en su pecho, muy próximo a su corazón. En su cabeza se encuentra María Félix, la famosa y bellísima actriz mexicana íntima amiga de la pareja. Diego estuvo muy enamorado de ella, incluso le pintó un retrato y le pidió matrimonio varias veces, cosa que la actriz siempre rechazó.
Retratos de Frida Kahlo
Retrato de Miguel N. Lira (1927)

Miguel N. Lira (1905 – 1961), a quien apodaban Chong Lee, fue uno de los más queridos amigos de Frida durante su etapa en la Escuela Nacional Preparatoria. Kahlo pintó su retrato en la primavera de 1927 pero, según le contaba a Alejandro Gómez Arias, «está butén de feo. Lo quiso con un fondo estilo Gómez de la Serna». Es decir, un fondo muy vanguardista con elementos dadaístas y cubistas, siguiendo la estética que admiraba el crítico de arte español Ramón Gómez de la Serna. Ella no estaba contenta con el resultado, pero su amigo estaba encantado.
Pinté a Lira porque él me lo pidió, pero está tan mal que no sé ni cómo puede decir que le gusta. Buten de horrible. No te mando la fotografía porque mi papá todavía no tiene todas las placas en orden con el cambio (había abierto un nuevo estudio fotográfico); pero no vale la pena, tiene un fondo muy alambicado y él parece recortado en cartón. Sólo un detalle me parece bien (one ángel en el fondo), ya lo verás. (…). Solamente sacó una (copia) de cada uno, pero se las llevó Lira, porque dice que las va a publicar en one revistamen que saldrá en agosto.
Carta a Alejandro Gómez Arias, 23 de julio de 1927
Retrato de Cristina, mi hermana (1928)

Cristina aparece radiante sentada con su vestido blanco en un exterior también luminoso. El contraste con el Autorretrato con traje de terciopelo es evidente: Cristina es el objeto, se deja retratar, mientras que Frida es la fuerza creadora que maneja el pincel.
Retrato del doctor Eloesser (1931)

Frida conoció al cirujano estadounidense Leo Eloesser en México en 1926. El doctor ya era una eminencia en cirugía torácica y atendió a Frida a lo largo de toda su vida. Volvieron a verse en San Francisco en 1930 y su amistad se hizo más estrecha. Frida aprovechó esta ocasión para pintarle este retrato. Sobre la mesa, una maqueta de un barco similar al que tenía Eloesser y con el que navegaba por la bahía de San Francisco. Frida llamó a este velero Los tres amigos: Eloesser, Diego y ella misma.
Pintura votiva
La pintura votiva, o exvotos, son pequeños cuadros muy populares en la tradición pictórica mexicana. En ellos se representan los dolores que sufren los enfermos, aunque también sus promesas y agradecimientos, y se dedican a un santo al que le tengan devoción. Llevan un texto corto que explica la situación, y se cuelgan en las iglesias, para que el santo en cuestión lo tuviera en cuenta. Frida llegó a reunir una colección de más de 400 exvotos los cuales, indudablemente, tuvieron una gran influencia en su arte.
El suicidio de Dorothy Hale (1938)

En la ciudad de Nueva York el día 21 de octubre de 1938, a las 6 de la mañana, se suicidó la señora DOROTHY HALE tirándose desde una ventana muy alta del edificio Hampshire House. En su recuerdo este retablo, habiéndolo ejecutado FRIDA KAHLO.
Frida pintó este cuadro para la madre de Dorothy Hale, una bella actriz amiga de Noguchi y Muray. En este homenaje se observa la caída de la actriz como si fueran los fotogramas de una película.
El cuadro de la muerta me está quedando bien, lo único que no puedo dar es el espacio entre las figuras, y el edificio parece una chimenea de esas cuadradonas, y se ve como muy chaparro. Cada día me convenzo más de lo mula que soy como dibujante y lo pendeja que me siento cuando quiero dar en la pintura algo de distancia.
Carta a Diego Rivera. Nueva York, 9 de enero de 1939
Retablo (1940)
Un tiempo después de sufrir su accidente, Frida dibujó a lápiz una representación de cómo había ocurrido. Años después, en 1940, encontró un exvoto que, casualmente, mostraba un accidente casi como el suyo. Decidió aprovecharlo, añadiendo la decoración en el tranvía y el autobús, y convirtiendo a la víctima en una Frida gracias a sus características cejas.
En la parte de abajo añadió una inscripción que pone:
Los señores Guillermo Kahlo y Matilde C. de Kahlo dan gracias a Nuestra Señora de los Dolores por haber salvado a su niña Frida del accidente acaecido en 1925, en la esquina de Cuahutemozin y Calzada de Tlalpah.
Autorretrato dedicado al doctor Eloesser (1940)

Pinté el retrato en el año de 1940 para el doctor Leo Eloesser, mi médico y mi mejor amigo. Con todo mi cariño, Frida Kahlo.
Frida está elegantemente peinada y maquillada; lleva los pendientes con forma de mano que le había regalado Picasso en París. Aún así, su rostro permanece impasible, silencioso, en claro contraste con las alegres flores de su peinado. El collar de espinas que se clava en su cuello nos da una muestra de sus sentimientos. Una vez más Frida se presenta como una mártir: el dolor crece en su interior, pero el mundo sólo habría de conocer la firmeza de su carácter.
Retrato de mi padre (1952)

Pinté a mi padre, Wilhem Kahlo, de origen húngaro-alemán, artista fotógrafo de profesión, de carácter generoso, inteligente y fino; valiente porque padeció epilepsia durante sesenta años, pero jamás dejó de trabajar y luchar contra Hitler. Con adoración, su hija, Frida Kahlo.
En este sentido homenaje a su padre, Frida retrata a Guillermo con su cámara de fotos, para que siempre se recordara su profesión y sensibilidad artística. El cariño y admiración de su hija son palpables: a todas luces Frida había sido la hija favorita de Guillermo y, sin duda, con la que más cosas en común tenía. Su muerte supuso un duro golpe para la artista quien, en alguna ocasión, se lamentaba de no haberle pintado su retrato antes.
Naturalezas muertas de Frida Kahlo
Tunas (1937)
Las tres frutas aparecen en distintos puntos del proceso de maduración: la propia Frida estaba en estos años afianzándose como pintora independiente mientras se tomaba más en serio su profesión artística. También la carne roja y jugosa de la fruta más madura puede evocar al sacrificio y el dolor presentes en toda su obra.
Frutos de la tierra (1938)

Frutos de la tierra es el bodegón de mayor tamaño de Kahlo. La composición, aunque muy cercana en cuanto a sus elementos, simbolizan el ciclo de la vida y de la muerte. El cielo tormentoso del fondo reflejaría el estado de ánimo de la pintora, tranquilo hacia el exterior aunque con una gran tormenta acechando en su interior.
Recuerda a las obras de la pintora Mercedes Zamora, muy admirada por Frida, quien, en 1896 pintó un cuadro muy similar a éste.
Pitahayas (1938)

El pequeño formato de Pitahayas recuerda al de los exvotos que Frida coleccionaba, quizá como agradecimiento por la vida de la que aún gozaba a pesar de sus dolencias. André Breton compartió un tiempo con los Rivera Kahlo en México, justo cuando Frida estaba pintando este cuadro. Tan impresionado quedó con la obra, que comenzó a promover el trabajo de la artista, escribiendo las siguientes palabras para el catálogo de la exposición en la Julien Levy Gallery de Nueva York:
Nunca creí que el mundo de las frutas pudiera producir algo tan maravilloso como la pitahaya, cuya piel tiene la apariencia y el color de pétalos de rosa enrollados, y cuya pulpa gris es como un beso de amor y deseo.
André Breton
Originalmente el esqueleto estaba sonriendo. Al volver de su experiencia con los surrealistas en París, Kahlo recibió la noticia de que Diego quería divorciarse de ella. El dolor fue tan grande, que Frida pintó una mueca de tristeza en el cráneo.
El pollito (1945)

Una vez más aparece la pareja vida-muerte en una obra de Kahlo. Un gran ramo de flores ocupa el centro de la composición pero pronto terminarán en la basura: las flores se están marchitando y varias orugas, arañas y una mantis se están dando un festín.
El pollito observa la escena: es pequeño y, aparentemente, aún le queda mucho por vivir. Diego le regaló a Frida un pollito en una caja de cartón para que se distrajera. Ella lo colocó en una mesa cerca de su cama, bajo la lámpara para que mantuviera el calor. A los pocos días, el pollito murió, por lo que Frida se disgustó mucho.
Viva la vida (1954)

Viva la vida es un cuadro que no está exento de polémica. Por la fecha que está grabada en la sandía (1954) se considera la última pintura de Kahlo. Pero ya sabemos cuál era su lamentable estado de salud en los últimos meses, lo que hizo que empeorara su forma trabajar. Las pinceladas se volvieron temblorosas y la pintura estaba mucho más gruesa. En cambio, en Viva la vida los trazos aún son firmes y el color, nítido.
Sea como fuere, Viva la vida es un cuadro refrescante y lleno de energía. Frida plasmó en él toda su energía vital que le llevó a superar las adversidades; una verdadera declaración de intenciones y legado de una artista con una vida y obra únicas.
Frida Kahlo para niños
Frida Kahlo es una de las artistas más famosas del mundo: raro es que no nos hayamos encontrado alguna vez con alguna imagen de sus autorretratos estampados en cualquier tipo de objeto. No sólo eso, sino que su rostro, su peinado y sus cejas con fácilmente reconocibles por cualquiera. Pero, ¿cómo podemos trasladar su talento y creatividad a los niños? ¿Por qué puede ser una artista ideal para que los más pequeños la conozcan?
El arte como medio para expresar los sentimientos
Desde que comenzó a pintar tras el accidente, Frida se tomó muy en serio la labor sanadora del arte. Era capaz de plasmar en sus cuadros la rabia y frustración que fue sintiendo a lo largo de su vida. Transformó el dolor en algo bello que, a día de hoy, sigue emocionándonos.
Cómo sobreponerse a las dificultades
A pesar de las adversidades, todos podemos alcanzar nuestros objetivos. Durante su primera convalecencia tras el accidente, Frida comenzó a pintar. Cambió su idea de estudiar medicina para convertirse en pintora. Aunque no consiguió la fama inmediatamente, a lo largo de los años siguientes fue mejorando su técnica -¡ella fue autodidacta!-. Creía que su marido Diego Rivera era mucho mejor pintor que ella -era mayor y mucho más experimentado- pero, con el paso del tiempo, podría decirse que Kahlo se ha convertido en un auténtico mito artístico.
Optimismo
Frida mantuvo el buen humor a lo largo de su vida, a pesar de todas las malas jugadas que le tenía reservadas el destino. Ella era el alma de las fiestas. Había visto a la muerte muy de cerca, por lo que no dudaba en reírse de sí misma y disfrutar de cada momento como si fueran los últimos.
Ser fiel a uno mismo
Frida siempre se sintió diferente y en ese sentimiento es donde su vida y su arte cobran todo su significado. Desde niña practicaba deportes reservados para los chicos, más tarde fue una de las pocas muchachas en ingresar en una prestigiosa escuela. Tuvo la inmensa suerte de sobrevivir a un trágico accidente que, a la larga, le hizo cambiar sus planes vitales. Como pintora no se enmarca dentro de ningún estilo, si no que su arte es verdaderamente original.
La herencia cultural mexicana
Una parte fundamental de la vida de Frida y su gran fuente de inspiración fue México. Como reflejo de lo importante que era para ella su herencia mexicana, Kahlo vestía con ropa tradicional tehuana y se adornaba con grandes joyas artesanales. Aquí podríamos explicarles cómo las prendas tradicionales son diferentes en cada región y preguntarles a qué creemos que se deben esas diferencias -el clima, la comodidad para desarrollar su modo de vida, las materias primas que tengan a su alcance… -. En el caso concreto de Frida ¿por qué creen que vestía de tehuana, incluso cuando viajaba al extranjero?
Obras de Frida Kahlo para niños
A la hora de presentar las obras de Frida Kahlo a los niños, debemos tener muy en cuenta su madurez, ya que algunas de las escenas pueden ser demasiado fuertes para ellos. Nadie mejor que nosotros mismos para comentar las obras de Frida con los niños, ya que como padres o maestros conocemos bien los intereses y sensibilidad de nuestros pequeños.
Mi selección de obras de Frida Kahlo para niños









Autorretrato con vestido de terciopelo (1926)
Mi vestido cuelga de ahí (1932)
Autorretrato – El marco (1938)
Manualidades de Frida Kahlo
Mini piñatas de Frida
Esta actividad es facilísima, muy llamativa y puede tener un montón de usos. Podemos utilizar las mini piñatas para decorar nuestra habitación, o una fiesta de temática mexicana y, por supuesto, utilizarlas como piñatas si las llenamos de caramelos.

¿Qué necesitamos para las mini piñatas? ¿Cómo se hacen?
Vamos a utilizar el cartón de los rollos de papel, trocitos de papeles de colores o de regalo, tijeras, pegamento, cinta adhesiva, rotuladores y un cordón. ¡Ah, y caramelos!
Primero dibujamos nuestra versión de la cara y algo del pelo de Frida en la parte superior del rollo. Para el vestido vamos a cortar tiras de papel lo suficientemente largas para dar la vuelta completa al rollo; cortamos una parte haciendo un fleco.
En la base pegaremos un papel, al que podremos pegar el cordón o hacer un agujero previamente y pasarlo por él. Para colgar la piñata tenemos que hacer dos agujeros arriba y pasar el cordón.
Decoramos la cabeza de Frida con flores de papel. Recortamos varios círculos y les vamos dando forma: arrugando si es un papel de seda o recortando si es otro más rígido. También podemos hacerle unos pendientes de papel para que se parezca más a la artista.
Nuestros autorretratos
Para realizar nuestros autorretratos vamos a pensar en una característica especial que nos haga únicos, por ejemplo un hobby que tengamos, algún juego que nos guste, si sabemos tocar un instrumento…También elegiremos nuestros colores favoritos, con los que más nos identifiquemos.
Ahora vamos a necesitar un espejo. ¡Debemos vernos bien para pintar nuestro autorretrato! Dejaremos el espejo a mano para consultar detalles que se nos olviden.

Comenzaremos a dibujar nuestra cabeza con la forma de un gran óvalo. Con dos líneas que bajen haremos nuestro cuello, que se puede prolongar hacia los lados para completar los hombros.
Dibujemos ahora la cara: los ojos, la nariz… Ésta puede ser una simple L, o quizá algo más elaborada con agujeros y todo. Para la boca dibujaremos dos montañas sobre medio óvalo, Y por último añadimos nuestros detalles personales: pelo, pecas, gafas, cejas…
Para terminar el dibujo añadimos en el fondo los elementos que nos representan: instrumentos, mascotas, deportes…
Ahora, ¡a darle color!
Lección de Historia
Sabemos que para Frida eran muy importantes sus raíces y su carácter mexicano. Podemos utilizar esta característica como hilo conductor para averiguar más sobre nuestra propia familia a través de unas entrevistas a los mayores que conozcamos -padres, tíos, abuelos…-. Les preguntaremos qué cosas especiales hacen para celebrar las grandes ocasiones, si llevan algún tipo de ropa especial, o si cocinan algún plato diferente. Podemos anotar sus respuestas en esta ficha imprimible:
Collage de Frida y Diego en el Día de Muertos
Una de las celebraciones más destacadas del calendario mexicano es el Día de Muertos. Al igual que en España, el Día de Muertos se pasa en familia, se visitan los cementerios para llevar flores a nuestros difuntos y se comen dulces típicos. Pero el carácter de la celebración es algo distinto en ambos países. México une la festividad católica con sus costumbres indígenas, dando lugar a una fiesta llena de color y sentimiento que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2008.
Durante toda su vida, Frida conservó en su habitación un esqueleto de papel maché recuerdo de un Día de Muertos de su infancia. Para ella era un constante recuerdo de la fugacidad de la vida, ya que, al final, todos terminamos así.
Para realizar el collage de Frida y Diego en el Día de Muertos vamos a necesitar una cartulina para el soporte. Después utilizaremos cartulina o papel blanco para hacer las calaveras, así como papeles de colores para la decoración, además de lápiz, tijeras y pegamento. Recortamos dos calaveras – Diego y Frida- y las decoramos con formas que recuerden a sus rasgos más característicos: las flores y la ceja para Frida, o el sombrero de Diego.
Diadema de flores para un disfraz de Frida
Frida Kahlo para colorear
Otra de las opciones que nunca falla con los más pequeños es la de poder disfrutar de una tarde con los lápices de colores. En este archivo contiene tanto obras, como a la misma Frida Kahlo para colorear. Sólo tenéis que imprimirlos y pasarlo bien.
La silueta de Frida Kahlo
Frida y la moda
Si hay algo que define claramente a Frida Kahlo y que nos haría sencillo encontrarla entre una multitud de artistas, es su aspecto. Frida se oponía a la tiranía de tener que afeitarse el vello de la cara por ser mujer, así que durante toda su vida lució bigote y su característica ceja. No buscaba cambiarse a sí misma ni ocultarse. ¡Al contrario! Sabía perfectamente que sus rasgos le hacían especial y diferente, por lo que se pintaba tal cual era. Al mismo tiempo, era una mujer presumida: siempre llevaba los labios pintados y la manicura hecha, realzando su belleza única y natural.
El traje de tehuana
¿Y su ropa? Desde que sufrió el accidente siendo joven, Frida vestía de tehuana, el traje regional típico del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Estas prendas, originarias de la cultura zapoteca no sólo le resultaban cómodas a la artista y le permitían ocultar sus piernas dañadas y sus corsés, si no que además con ellas honraba a sus antepasados maternos, procedentes de Oaxaca.


¿De qué se compone el traje de tehuana?
El traje de tehuana se compone de una enagua o falda de vuelo. La blusa, llamada huipil, tiene forma de cuadrado, por lo que queda holgada. Suele estar muy decorada con bordados directamente sobre la tela, cintas, encajes… El traje de tehuana tiene varias versiones según su uso: de diario, de gala, de boda, o de luto. Para las ocasiones de mayor importancia, la tehuana luce el resplandor o huipil de cabeza: un velo de encaje almidonado que le rodea el rostro y con el que Frida también se representó.
La Casa Azul: el Museo de Frida Kahlo
Kahlo pasó la mayor parte de su vida en la Casa Azul, por lo que era lógico que se convirtiera a su muerte en el principal museo que alberga su obra.


Su padre, Guillermo, compró una hacienda llamada El Carmen a las monjas carmelitas y allí construyó la vivienda en 1904 siguiendo la disposición típica de habitaciones alrededor de un patio central. Allí se criaron los hijos de la familia Kahlo y también Frida aprendió a caminar varias veces después de sus enfermedades. A comienzos de la década de los 30, la familia Kahlo estaba bastante endeudada: Guillermo no tenía la misma estabilidad laboral que años atrás y los gastos médicos generados por Frida tras el accidente fueron un duro golpe para sus finanzas. Diego Rivera, tras contraer matrimonio con Frida, rescató la propiedad, liquidando las hipotecas y deudas de su suegro.


Cuando Frida y Diego volvieron a casarse, se instalaron en la Casa Azul. En 1946 Rivera encarga a su amigo el arquitecto Juan O’Gorman el diseño del estudio para poder trabajar desde la casa. Se emplearon materiales típicos de la zona donde Rivera pudo exponer su colección de obras precolombinas. Tanto él como Frida se encargaron de la decoración, dejando claro su estilo funcional y su mexicanidad.


La Casa Azul se convirtió en museo en 1958, tan solo 4 años después de fallecer Kahlo. Allí se conserva la cama con el espejo en el dosel donde Frida comenzó a autorretratarse. También encontramos sus pinceles, su amplia biblioteca, la muy utilizada cocina y objetos más personales, como sus muletas, vestidos y medicinas. Pero también están las pertenencias de Rivera, como su colección de arte prehispánico.
Carlos Pellicer, arquitecto y amigo de la pareja, dijo al encargarse de la museografía:
Pintada de azul, por fuera y por dentro, parece alojar un poco de cielo. Es la casa típica de la tranquilidad pueblerina donde la buena mesa y el buen sueño le dan a uno la energía suficiente para vivir sin mayores sobresaltos y pacíficamente morir…


Pero la Casa Azul aún guardaba una última sorpresa. Diego Rivera le pidió a su mecenas Dolores Olmedo que no abriera el baño de su habitación hasta pasados 15 años de su muerte. Ella, además, dejó intacto el baño de Frida, así como varios baúles y roperos. Al cumplirse los 50 años de la muerte del muralista y el centenario del nacimiento de la pintora se procedió a la apertura de todos estos espacios y enseres. Han visto la luz numerosos documentos, fotografías, objetos personales, juguetes que han servido para poder matizar y conocer más a fondo algunos de los aspectos más interesantes de sus vidas.
Frida Kahlo frases
El mundo es de quien nace para conquistarlo y no de quien sueña que puede conquistarlo.
Enamórate de ti. De la vida. Y luego de quien tú quieras.


Nunca pinto mis sueños. Pinto mi propia realidad.
El surrealismo es la mágica sorpresa de encontrar un león dentro de un armario, donde se está seguro de encontrar camisa
Tan absurdo y fugaz es nuestro paso por este mundo, que solo me deja tranquila el saber que he sido auténtica, que he logrado ser lo más parecido a mi misma
Espero alegre la salida y espero no volver jamás.
En la última entrada de su diario.
Preguntas frecuentes sobre Frida Kahlo
¿Dónde nació Frida Kahlo?
Frida Kahlo nació en Coyoacán, actual Ciudad de México.
¿Cuándo nació Frida Kahlo?
Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón nació el 6 de julio de 1907.
¿De qué murió Frida Kahlo?
En los últimos meses de su vida, la salud de Kahlo fue empeorando rápidamente. Cuatro meses antes de morir le fue amputada la pierna derecha por una infección de gangrena. Semanas después, ingresó hasta dos veces en el hospital por distintas dolencias. En junio de 1954, enfermó de pulmonía y, aunque parecía que estaba mejorando, sufrió una recaída por asistir a una manifestación. Finalmente, la noche del 13 de julio de 1954, Frida Kahlo murió por una embolia pulmonar.
¿Dónde está enterrada Frida Kahlo?
Kahlo fue incinerada. Sus cenizas se conservan en la Casa Azul de Coyoacán.
Frida Kahlo y sus hermanos
Además de Frida, los Kahlo Calderón tuvieron más hijos. Matilde (1899) y Adriana (1902) eran las mayores. Después nació su único hermano, Guillermo (1906), que sobrevivió solo unos días. Frida fue la cuarta hija del matrimonio. Finalmente nació Cristina (1908) quien, por su poca diferencia de edad, se crio junto a Frida.
Por parte de padre, Frida tenía tres hermanas mayores: Luisa (1894), María (1896, fallecida al poco de nacer) y Margarita (1898). La madre de estas niñas, María Cardeña, falleció en el parto de Margarita. Por deseo de la madre de Frida, sus hermanas Luisa y Margarita estaban internas en un colegio de monjas, por lo que únicamente pasaban las vacaciones con ellos.
¿Qué hizo Frida Kahlo?
Frida Kahlo es principalmente conocida por sus coloristas y personalísimos autorretratos en los que trata temas como la identidad, el cuerpo humano y la muerte. Aunque nunca se sintió como tal, en muchas ocasiones ha sido clasificada como surrealista.
¿Qué estudió Frida Kahlo?
Desde 1922, Kahlo era estudiante de secundaria en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México. Al terminar quería cursar medicina. Volviendo de clase fue cuando sufrió el terrible accidente de autobús que marcaría su destino.
¿Qué es el masonite?
El masonite (o masonita) es un tablero de aglomerado de virutas de madera prensada. Se utiliza como aislante, en tabiques y como soporte para la pintura. Toma su nombre de su creador William H. Mason.