Joan Miró era un tipo tranquilo, reservado, y trabajador. Un burgués en toda regla, centrado en el duro trabajo del artista y no en la parte social del arte. Todo lo contrario a un bohemio. Entonces, ¿cómo llegó a situarse en el centro de la vanguardia surrealista? ¿Qué tiene Joan Miró que lo hace tan atractivo para los niños?
¡No invento nada, todo está aquí!
Biografía de Joan Miró
Los primeros años de Miró
Joan Miró nació en Barcelona en 1893. Era nieto de un herrero de Tarragona e hijo de un orfebre y relojero. Su familia materna procedía de Palma de Mallorca, donde también tenían negocios de artesanía. A pesar de sus profesiones y su buena situación económica, no entendían que Miró quisiera ser artista, ya que consideraban que ése no era el camino a seguir.
Desde niño Joan fue bastante introvertido y soñador, disfrutaba dibujando más que estudiando en el colegio. La afición de su padre era la astronomía, hobby que heredó el joven Miró. Como a muchos niños, le gustaba pasear por el campo y fijarse en los colores de la naturaleza. Su padre le matriculó en estudios de comercio para que aprendiera una profesión respetable, pero el chico consiguió que también le llevaran a la Escuela de la Lonja, una academia de arte donde había enseñado José Ruiz, el padre de Picasso. Miró disfrutaba tanto con aquellas clases que cualquier dificultad que encontraba se lo tomaba como un reto para mejorar.
Al terminar sus estudios de comercio con 17 años, Joan empezó a trabajar de contable en una empresa de construcción y productos químicos. Pero pronto se puso enfermo y tuvo que dejarlo…
¿Cómo empezó Miró a ser artista?
A los 19 años Miró fue admitido en la Academia Galí de Artes Aplicadas de Barcelona, un centro moderno donde se respetaba la individualidad y el ritmo de cada alumno. Joan estaba feliz. ¡Ahora ya podría dedicarse plenamente a la pintura!
En los dos centros donde se formó, los profesores pedían a los estudiantes que dibujaran objetos sin contemplarlos. A veces, tapaban el objeto con una tela; los alumnos lo reconocerían por el tacto y después lo dibujarían. En las excursiones, en vez de tomar apuntes del natural, debían fijarse en los detalles para luego poder trabajarlos en clase.
Al estar estudiando, Miró pudo acogerse a un servicio militar reducido, en el que ingresaba en el cuartel 3 meses al año entre 1915 y 1917. El resto del tiempo lo dividía entre su taller en Barcelona y Montroig del Camp.
Montroig…
Este pequeño pueblo de Tarragona fue la gran inspiración del joven Joan; en 1911 sus padres habían comprado una masía para veranear. Allí Miró disfrutaba con el campo, los payeses, los animales… ¡Todo era tan auténtico! Lo que muchos artistas buscaban en el arte primitivo él lo veía cada día al asomarse a la ventana. Miró creía que la fuerza entraba por los pies y, en su caso, sus raíces estaban bien hundidas en Montroig.
El galerista Josep Dalmau reunió en su galería los artistas de la vanguardia que residían en Barcelona, entre ellos el joven Miró. Su primera exposición individual fue en 1918: Miró presentaba en sus obras muestras de todas las tendencias artísticas del momento pero… fue un rotundo fracaso.
Miró pertenecía a la Agrupación Coubert con E.C Ricart, J. F. Ràfols, F. Domingo, R. Sala, y Llorens Artigas: juntos eran los más modernos de los artistas barceloneses. Celebraban las exposiciones en el Cercle Artístic de San Lluc. No esperaban reconocimiento, ni tampoco lo tuvieron. En una carta a Ricart desde Montroig dice:
He comenzado a trabajar desde hace unos días. Desde primeros de mes estoy en Montroig, y en la primera semana no quise pensar en ese tema, ni tocar un lienzo, ni nada parecido. Por la mañana, a la playa, tumbado boca arriba; por la tarde, un paseo o una vuelta en bicicleta. En la segunda semana comencé a pensar en el trabajo, y a mediados de la última me puse a pintar dos paisajes. Nada de simplificaciones o abstracciones, amigo mío. En estos momentos me interesa solamente la caligrafía de un árbol o de un tejado, hoja a hoja, rama a rama, hierba a hierba, teja a teja. Eso no quiere decir que al final esos paisajes no puedan ser cubistas, o sintéticamente salvajes. Ya lo veremos. En el próximo invierno, los señores críticos observarán de nuevo que persisto en mi desorientación.
Traslado a París: la rue Blomet
En 1920, Miró se traslada a París. Allí se quedó impresionado por la ciudad: ¡había tanto por descubrir! El Louvre y sus tesoros, los grupos de las vanguardias, los cafés donde se reunían escritores y poetas. También conoció a Picasso:
Al principio Picasso ha estado algo reservado, como es lógico, pero desde que recientemente ha visto mis trabajos, está entusiasmado. Con frecuencia pasamos horas charlando en su taller.
El profesor de escultura Pablo Gargallo le cedió su estudio en la rue Blomet, y allí Miró pasó bastante frío y muchísima hambre. Lo mejor de la experiencia fueron sus animados vecinos, que le influirían muy positivamente: el pintor André Masson convocaba reuniones literarias a las que acudían Georges Limbour, Roland Tual o Max Jacob.
Además de pintar, Miró manifestaba su interés por la vida moderna y los diferentes lenguajes que la representan. Comenzó a ir al gimnasio a boxear, un deporte muy de moda entre los artistas de la época. El deporte en este momento estaba asociado a la modernidad y el bienestar. En los veranos regresaba a Montroig, que le servía para catalizar la experiencia parisina. En su tierra asimilaba y se desprendía de todo convencionalismo; fueron desapareciendo las influencias de otros estilos y artistas, a la vez que surgieron nuevas formas geométricas. A partir de 1923, los trabajos de Miró ya son más «suyos» y menos de los demás.
El Manifiesto del Surrealismo
1924 será un año clave: André Breton publica el primer Manifiesto del Surrealismo, que sentaría las bases del movimiento, que según Breton es:
Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.
Las imágenes tomaron el poder y ya no era necesario que existiera una conexión entre ellas: podían ser libres si el artista así lo deseaba. Miró, como sus amigos surrealistas, cultivaba la escritura automática, que consistía en tomar el lápiz y dejar fluir la mente y que fuera el subconsciente el que eligiera las palabras.
¿Que cómo obtuve las ideas para mis cuadros? Por la noche volvía a mi taller de la rue Blomet y me acostaba, a veces sin cenar. Veía cosas y las anotaba en mis cuadernos. Veía alucinaciones en el techo…
A pesar de intentar llevar una vida pobre, pero ordenada -siempre salía a pasear bien vestido-, la mente de Miró estaba abierta a cultivar la exploración artística más vanguardista. Se comportaba como el más surrealista de los surrealistas, ya que conseguía separar su mente de su creación, liberando por completo sus pensamientos a la hora de plasmarlos sobre el lienzo.
Los años 30: Miró regresa a Barcelona
En 1929 se casa con Pilar Juncosa en Palma de Mallorca y, un año después, nace su única hija, Dolores. Al aumentar la familia, aumentaron los gastos, así que Miró y los suyos decidieron regresar a Barcelona e instalarse en la casa de su infancia.
Miró deseaba trascender la pintura y comienza una serie de collages. Estas investigaciones desembocan en las pinturas salvajes, las cuales son un reflejo del clima prebélico. Al comenzar la Guerra Civil española, los Miró regresan a París. El artista participa en la Exposición Universal de 1937 con su obra El segador, que acompañó al Guernica de Picasso y la Fuente de Mercurio de Calder. Europa se preparaba para otra gran guerra y, aunque El segador pretendía ser optimista, Miró estaba bastante deprimido.
Los Miró regresaron a España, primero a Palma y después a Barcelona. Allí, en la casa de su infancia, volvió a trabajar. Comenzó a experimentar con nuevos temas: pájaros, mujeres y estrellas en formato de litografía.
Tras la II Guerra Mundial
Miró pasa una larga estancia en Nueva York en 1947, ya que había recibido el encargo de pintar un gran mural en el Terrace Plaza Hotel de Cincinatti. En este momento se consolida su fama internacional, aunque ya en 1941, con motivo de una gran exposición retrospectiva, era considerado por la crítica estadounidense el autor más revolucionario de la generación siguiente a Picasso. En su estancia americana, Miró retomó la amistad con sus viejos amigos parisinos, que le recibieron con los brazos abiertos, dispuestos a brindarle a él y su familia una experiencia inolvidable.
Miró aprovechó para exponer algunas de sus obras, y los jóvenes artistas le veneraban como a un héroe de la vieja vanguardia europea. También visitó numerosos talleres de amigos y nuevos conocidos, en los que se empapaba de las técnicas y estilos más modernos.
Después del primer paso en Nueva York con mi gran pintura -escribió-, he reafirmado más en lo que siempre he dicho: la pintura de caballete sólo vale la pena para relajarse o lograr una cierta poesía -que no es poco-, pero es necesario ir hacia cosas de gran tamaño humano y colectivo, casi anónimo.
Explorando distintas técnicas
Durante los años 50 Miró se dedicó casi exclusivamente, cuando podía, a trabajar la cerámica y la impresión gráfica. Su fama no paró de crecer, y recibió numerosos encargos para trabajar otros soportes en distintos lugares del mundo. Miró ya era un artista consagrado: en esta década comenzaron a publicarse varios libros sobre su vida y trayectoria y, además, se filmó un documental donde era el protagonista.
Los Miró adquieren una propiedad en Mallorca, Son Abrines, y encargaron a su amigo el arquitecto Josep Lluís Sert que le diseñara un taller donde poder trabajar. Con el traslado a la isla y sus numerosos viajes, Miró deja de pintar durante unos años. Aprovecha para reordenar sus trabajos, dibujar mucho y seguir investigando la cerámica con Artigas.
Los últimos años de Miró
Los que se acercaron a Miró en sus últimos años le describían como «un payés pudiente»: tranquilo, educado, buena gente, que adquiría un aire infantil y juguetón cuando hablaba de los temas que más le interesaban. Seguía manteniendo su estudio bien ordenado, derrochando pulcritud a la hora de trabajar. Por las tardes, tras una larga jornada trabajando, se arreglaba y se iba a pasear, así podía observar la naturaleza y recibir nuevas sensaciones que incorporaría en sus obras.
Las grandes exposiciones antológicas que le dedicaron en estos últimos años mantuvieron a Miró muy entretenido y optimista, aunque cuando los proyectos se terminaban su salud comenzaba a declinar. En diciembre de 1981 sufrió una trombosis que derivó en apoplejía y, justo dos años después, falleció.
Premios y reconocimientos a Joan Miró
En 1954, durante la Bienal de Venecia, Miró obtuvo el Gran Premio de Grabado. En 1958 el Premio Internacional de la Fundación Guggenheim. Un año después fue condecorado con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.
En la década siguiente Miró fue nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa, y recibió el Premio Carnegie de pintura.
Los últimos años de su vida también estuvieron plagados de menciones: en 1977 recibió la Medalla al Mérito en el Trabajo de categoría Oro; en 1978 la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña, y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Finalmente, recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1980.
Miró obtuvo tres doctorados honoris causa: por la Universidad de Harvard (1968), la Universidad de Barcelona (1979) y la Universidad de Murcia (1983).
En 1981, el Ayuntamiento de Palma de Mallorca estableció la Fundación Pilar y Joan Miró, que albergaba los cuatro estudios que el artista había donado a la isla.
Joan Miró y sus amigos
Alexander Calder
Sandy, el hombre, el amigo, tiene un corazón tan grande como Niagara. Calder, el artista, tiene la fuerza de un océano. Te saludo, Sandy.
Pocas amistades hay en la historia del arte que sean tan duraderas, prolíficas y revolucionarias como la que unió a Miró con Alexander Calder. Se conocieron boxeando en París en 1928 y, a pesar de los estragos de la guerra y las dificultades para comunicarse, permanecieron muy unidos hasta la muerte del americano en 1976. La gran imaginación y sentido del humor de ambos se refleja claramente en las obras del otro.
Llorens Artigas
El ceramista Llorens Artigas conoció a Miró cuando ambos eran unos jóvenes estudiantes en la Academia Galí de Barcelona. Las actividades extraescolares -conciertos, excursiones…- unieron a los amigos. Fueron vecinos en la rue Blomet a principios de los años 20. Durante los años de la II Guerra Mundial, comenzaron a colaborar en la realización de cerámicas, firmando los trabajos conjuntamente. Destaca el gran mural realizado para la UNESCO en París, en 1957.
Pablo Picasso
Las madres de los dos genios artísticos españoles se habían hecho muy amigas en Barcelona. Cuando Miró llegó a París, Picasso ya llevaba un tiempo instalado y triunfando con su trabajo. Acogió a Miró como a un hermano pequeño: compartieron horas en su taller, le presentó a personas interesantes que le podrían ayudar…
A pesar de que sus personalidades no tenían nada que ver, los dos fueron muy amigos toda la vida. Les unía el compromiso político y cultural durante los años de las guerras y, cuando los Miró regresaron a España siguieron carteándose y visitándose. La admiración de Miró hacia su «mentor» es evidente ya que, al ser preguntado cuáles habían sido los tres pintores más importantes del siglo XX respondió:
Primero Picasso, segundo Picasso, tercero Picasso.
Los amigos surrealistas
A pesar de que él nunca firmo el Manifiesto del Surrealismo de Breton, la relación que unía a Miró con los integrantes del grupo fue fantástica. Colaboraron en la revista Minotaure (1932-1939) que daba a conocer las actividades del grupo, participaban en debates y reuniones, se intercambiaban libros y revistas…
Con Hans Arp compartía intereses artísticos, el mismo marchante, amigos e incluso casa -en el 22 de la Rue de Tourlaque. Volvieron a reencontrarse tras la guerra y siguieron sus colaboraciones artísticas, como en el encargo de unos murales para la Escuela de Arquitectura de Harvard. Ambos fueron premiados en la Bienal de Venecia de 1954. Las formas orgánicas y pulidas de Arp fueron una inspiración para Miró.
Pese a sus diferencias políticas, Miró y André Breton mantuvieron una larga amistad. El escritor le recomendaba lecturas vanguardistas, y fue con el que perfiló el automatismo en la pintura. Miró ilustró el pequeño poemario de Paul Éluard titulado À toute épreuve con una serie de grabados.
Lee Miller, Roland Penrose y Desmond Morris
El matrimonio formado por la fotógrafa Lee Miller y el coleccionista Roland Penrose estaban al frente del Surrealismo en Reino Unido. Penrose y Miró se conocieron en los años 20 en París, cuando el británico probó suerte en el mundo artístico para darse cuenta de que su talento era infinitamente menor que el de sus amigos. Por ello, decidió dedicarse a difundir el arte de las vanguardias.
Visitando al matrimonio en Londres en 1964, Miró se interesó por conocer algunos de los animales que vivían en el zoo. Uno de los conservadores del zoo era el artista y zoólogo Desmond Morris que estaba realizando una investigación con el chimpancé pintor Congo. Pasaron un día estupendo observando a los animales, y Miró pudo llevarse una pintura de Congo de recuerdo.
Obras de Joan Miró
Los primeros cuadros de Miró
Desde el principio, Miró fue muy bueno trabajando el color, pero no tanto la forma. Los colores de Montroig fueron su gran fuente de inspiración: el rojo de la tierra, del que el pueblo toma su nombre (Montroig significa monte rojo en catalán), el azul del cielo, el verde y amarillo de sus flores y cultivos. Los ejercicios «a ciegas» que le proponían sus profesores le sirvieron para trabajar la memoria y comprender los contornos. Más adelante comenzó a trabajar con modelos al natural, que posaban quietos o se movían, por lo que el joven artista tenía que tomar apuntes rápidos.
En el momento en que me pongo ante el lienzo, comienzo a quererlo, con el amor de quien empieza a comprenderlo. Captación paulatina de los detalles varios, la magnificencia condensada del sol. Feliz de comprender el significado de una brizna de hierba en el paisaje -¿por qué ignorarla?-, esa brizna que es tan bella como un árbol o una montaña.
Miró y las primeras vanguardias
El fauvismo de Miró
Entre 1914-17 el estilo pictórico de Miró podría catalogarse como fauve, en las obras que realizó entre Montroig, Siurana, Prades y Cambrils. El uso del color libre, muy expresivo e incluso irreal, es mucho más importante que las formas y las figuras. Sus obras de este periodo tienen un interés decorativo -a fin de cuentas había que intentar vender-, pero también existe una conexión con la naturaleza, los paisajes y los detalles de la vida cotidiana.
Cubismo, novecentismo, impresionismo…
Pero las influencias artísticas del joven Joan no se quedan ahí: hay elementos cubistas, impresionistas, postimpresionistas, del novecentismo catalán, incluso recuerdos a Van Gogh. ¿Cómo se distingue todo ésto? Bueno, el uso del color es importantísimo, en muchas ocasiones es el que define las formas, al cambiar la dirección de la pincelada Miró crea volúmenes, espacios y profundidad. Los temas son principalmente mediterráneos, muy en línea con el resurgir del arte catalán para hacerlo internacional. Más tarde, Miró comienza a definir los contornos con líneas angulosas, muy marcadas, e inserta recortes de periódico en sus cuadros, convirtiéndolos en collages.
Entonces, llegó el dibujo
Si hasta este momento hemos conocido al Miró colorista, a partir de 1918 el artista se lanza a dibujar. Había llegado el momento en el que todo el aprendizaje había reposado en su interior y tenía que dejarlo salir. Los cuadros de Miró se volvieron muy detallistas, minuciosos, casi infantiles en su afán de querer representarlo todo. Ahora el color ya no era dominante y fabuloso, si no que se volvió mucho más natural.
Miró siguió avanzando en la representación del espacio: observó que la geometría jugaba un papel importante en el paisaje, así que sustituía planos completos por formas geométricas. Llegó a una curiosa mezcla de cubismo y detallismo, como en el Autorretrato de 1919 o en Huerto con asno.
Y entonces Miró pintó La Masía, una de sus obras clave. Trabajó en ella durante 9 meses y quiso plasmar con gran veracidad todo lo que vio en la casa familiar. Cuando Ernest Heminway vio La Masía por primera vez, sintió un flechazo: ¡esa era la Cataluña que él había conocido!. Con ayuda de sus amigos, consiguió reunir el suficiente dinero para comprarla.
El camino surrealista
La pintura Tierra labrada es un paso más en el cambio de estilo, un inicio de la abstracción y del simbolismo. El color vuelve a ganar importancia, pero lo más llamativo son las formas geométricas y los signos, que funcionan como abreviaturas de los objetos que irían en ese lugar. Estas representaciones nuevas ganan fuerza en Paisaje Catalán: los signos son aún más esquemáticos, casi parecen no tener conexión entre ellos, mientras que el fondo se ve mucho más despejado.
El carnaval del arlequín es la culminación de este aprendizaje surrealista. ¿Qué es ésto? Parece una fiesta, pues hay música, comida en la mesa, y esos pequeños fantasmas parece que están bailando. Pero también hay un arlequín que fuma en pipa, una oreja que escucha tras la escalera y un demonio que sale de una caja de sorpresas. El hambre hacía que Miró sufriera alucinaciones, y luego las plasmara en el cuadro, mezcladas con sus recuerdos infantiles. Todo es reconocible: los insectos que le interesaban, el globo terráqueo o el triángulo negro en la ventana, que es la torre Eiffel.
La creación del Carnaval del arlequín no fue automática, si no que Miró realizó numerosos dibujos preparatorios para saber dónde colocar cada elemento, aunque luego fue efectuando cambios a su plan.
Las pinturas poema
El siguiente paso en la producción de Miró continúa inspirándose en el movimiento surrealista. Las imágenes provienen de sus alucinaciones, aunque no son fruto de sus sueños como decían los surrealistas. Miró deja que el azar guíe su mano, pero también hay una planificación. Introduce palabras y pequeñas frases que acompañan al color, las formas y los signos.
Los interiores holandeses
Un viaje a Holanda supuso para Miró una enorme fuente de inspiración. Tras visitar los museos y conocer la obra de los grandes maestros del siglo XVII, Joan regresó a París cargado de postales y dispuesto a reinterpretar las pinturas a su modo.
Las pinturas salvajes
Del ambiente enrarecido de los años 30 surgen las pinturas salvajes: están cargadas de mal rollo, una premonición de los horrores que el mundo iba a vivir en los siguientes años. En ellas, Miró crea un ambiente catastrófico, claustrofóbico, poblado de personajes monstruosos que reflejan su malestar interior.
Constelaciones
Durante su estancia en Normandía durante la II Guerra Mundial, Miró inicia esta serie inspirándose en la noche. Los fondos parecen pintura diluida y es que lo son. Miró limpiaba sus pinceles en una tela limpia y el resultado le serviría como fondo para su siguiente creación. En todas ellas busca un equilibrio compositivo.
En su estudio de Mallorca, Miró dibujaba sus símbolos en grandes recortes del papel y los colocaba en el suelo. Los movía de un lado a otro para crear nuevas combinaciones, hasta que daba con la constelación que más le gustaba.
Pienso, medito, escribo notas, hago croquis a lápiz o carbón, dibujitos, si le parece mejor. Un papelito que encuentro por casualidad en algún bolsillo me basta para retener un pensamiento, una idea repentina.
Miró a Walter Erben
Murales y cerámicas
A principios de los años 50, Miró y su amigo Artigas estaban muy volcados en la investigación con cerámicas. Miró comenzó creando jarrones y figuritas, pero pronto el tamaño aumenta. Querían conseguir la misma pureza y luminosidad en los colores que se obtenía en la pintura. Tras haber trabajado en obras de distintos formatos, Miró recibió el gran encargo del nuevo edificio de la UNESCO en París, donde, con la colaboración de Artigas, realizó el Muro del Sol y el Muro de la Luna. Se sucedieron varios encargos públicos de tamaño monumental en distintos países.
Esculturas
Las primeras esculturas de Miró procedían de objetos que el artista iba encontrando y combinando entre sí. No existía un boceto previo, si no que el artista los acoplaba de manera poética. Tiempo después comienza a trabajar en bronce: los objetos de distinta procedencia son pasados a este metal utilizando la técnica de la cera perdida y así se unificaba el conjunto. El siguiente paso en su producción escultórica es dar color a los elementos que conformaban la obra.
La más monumental de las esculturas de Miró es el Laberinto de la Fundación Maeght en Saint Paul de Vence (Francia). Entre los jardines de la Fundación surgen murales cerámicos, esculturas en bronce, estanques y pequeñas piezas cerámicas.
Los proyectos de Miró cada vez tenían un tamaño mayor, por lo que el artista fue introduciendo nuevos materiales que le permitían alcanzar dimensiones colosales, entre ellos el cemento y la resina de poliéster.
Otras técnicas: tapices, ensamblajes…
El asesinato de la pintura
A finales de los años 20 Miró manifestó en una entrevista su deseo de «asesinar la pintura». Comenzó entonces a experimentar con nuevos materiales: al principio dejaba el lienzo sin preparar, pero luego fue añadiendo diversos elementos. Los primeros «asesinatos» fueron las Bailarinas españolas que incluían papel de lija y cordones; le siguieron las Construcciones, que buscaban la tridimensionalidad.
Miró comenzó pronto a crear collages con papeles de colores, imágenes recortadas de revistas… Más adelante creaba sus esculturas empleando piezas sueltas, como un ensamblaje.
Los sobreteixims y tapices
El último «intento de asesinato» de la pintura por parte de Miró fueron los tejidos. Inspirándose en las formas, colores y geometrías que ya había empleado con éxito en pinturas, escultura y cerámicas, Miró dio el salto al mundo textil. Todo comenzó como un regalo de agradecimiento al hospital de la Cruz Roja por haber cuidado a su hija tras un accidente: en vez de un cuadro, Miró apareció con un tapiz.
Los primeros sobreteixims unían lana, telas cuerdas y objetos de distinta procedencia, creando un collage casi tridimensional. Posteriormente Miró prescindió de los objetos y creaba los volúmenes con distintas combinaciones de nudo y tramas tejidas. La ayuda del artesano textil Josep Royo fue fundamental para dar forma a las ideas de Miró.
Joan Miró para niños
Aunque Miró está considerado una de las piezas claves del Surrealismo, vemos que no siempre lo fue, si no que cambió su estilo a lo largo de los años. Esto es bueno que los niños lo sepan, ya que así pueden valorar mejor sus propios trabajos: uno hace las cosas lo mejor que sabe en ese momento, aunque quizá dentro de un año haga algo completamente diferente, ¡y siga siendo igual de bueno!
Miró y el dado del destino
¿Queremos pintar un cuadro surrealista, pero no sabemos cómo empezar? ¿Nos gustaría que quedara resultón, pero nuestra imaginación es limitada? ¿Deseamos que los niños se divirtieran creando arte, pero no sabemos motivarles? No hay de qué preocuparse -ni por qué pasar hambre- ¡el dado del destino elige todo por nosotros!
Sólo necesitamos un dado y materiales para dibujar. Tiramos el dado y según el número que salga, dibujamos la figura correspondiente, utilizando los colores de la clave. ¡Podemos repetir tantas veces como queramos!
Podéis descargar aquí el juego para imprimirlo.
Un puzle de Miró
¿Qué tal se les dan a vuestros niños los puzles? A partir de algunas imágenes de este artículo, he creado tres puzles de Miró para niños. Hay tres niveles de dificultad, porque no todos tenemos la misma práctica resolviéndolos, ¿verdad? Lo único que tenéis que hacer es imprimir este documento , recortar por las líneas negras para obtener las piezas ¡y divertíos!
Las soluciones las encontraréis a lo largo del artículo 🙂
Creamos las formas de Miró con plastilina
¿Qué tal si ahora intentamos «asesinar la pintura» nosotros también? Otra actividad fácil inspirada en Miró para niños es recrear sus esculturas empleando plastilina o arcilla. Podemos modelar formas a imitación de la realidad y luego unirlas todas, o directamente dejarnos llevar y ver qué sale.
Abecedario Miró para niños
El libro Abecedario Miró de las profesoras Mar Morón y Gemma París nos ofrece un recorrido a través del alfabeto, eligiendo una palabra por cada letra y la imagen de cómo está representada dicha palabra en la obra de Joan Miró. A, árbol; B, bastidor; C, cuchara; D, desnudo… ¿Por qué no jugar a descubrir nuestro propio abecedario buscando palabras entre sus obras? ¿Seríamos capaces de completarlo? Esta actividad de Miró es ideal para niños que están aprendiendo sus primeras letras.
Realizar un mural o tapiz inspirado en Miró
Si buscamos por internet encontramos miles de ideas de personas que tienen unas manos maravillosas para tejer, pero podemos hacer algo relativamente sencillo con materiales que tengamos en casa. Sobre una tela un poco grande, tipo manta, mantel, o pareo, podemos unir elementos que nos gusten mediante imperdibles. ¿Cuáles? Cintas, cuerdas o cordones, lanas… Bien podemos trenzarlas antes de colgar, o hacer pompones, un gurruño. Si en vez de textiles queremos emplear cartón, se podrían recortar formas y pegarlas, para luego unirlas mediante líneas o cordones como en las Constelaciones de Miró.
El arte de Miró en casa
Una parte importante de la formación artística es que los niños vivan el arte tal y como lo concibieron los artistas. Por eso hacer estas actividades y leer algunos libros es una idea genial para abrir las mentes. Además, en mi caso, me gusta que los niños estén rodeados de arte en casa, por eso cuando programo unos días de actividades temáticas sobre algún artista, cuelgo por casa una selección de obras para entrar en ambiente y picar su curiosidad. Para los días en que hemos estado conociendo a Joan Miró he puesto éstas:
Joan Miró para colorear
Quizá en algún momento nos apetezca dar a conocer la obra de Miró a los niños sin complicarnos demasiado con las actividades. Para ello lo mejor es proporcionar algunas de sus obras para que cada cual las coloree a su gusto. Descarga aquí gratis una pequeña selección.
¿Dónde encontrar a Joan Miró?
Barcelona
Fundación Joan Miró Barcelona es el centro más destacado de conservación y estudio de la obra de Miró, ya que fue creada por un fondo de obras de su colección privada. Destaca su programa de actividades y visitas para las familias.
Barcelona MiróTour es un recorrido por la ciudad en el que el paseante va encontrando las obras del artista a pie de calle, así como los lugares en los que ocurrieron hechos trascendentes de su vida.
Mallorca
En Palma se encuentra la Fundació Miró Mallorca, que parte de las donaciones que hicieron el artista y su mujer de sus áreas de trabajo -Taller Sert y Son Boter- y todo su contenido: pinturas, esculturas, cerámica, objetos, obras de su biblioteca y numerosos documentos. También cuenta con obras de otros artistas que han participado en homenajes a Miró, como Canogar, Chagall, Chillida…
Montroig del Camp
La Fundación Mas Miró es el tercer vértice del triángulo Miró, el espacio más íntimo y original del artista, ya que fue aquí, en 1911, cuando decidió que sería artista. En esta masía familiar se conservan los diferentes espacios que habitó la familia. Desde aquí parte una ruta llamada El paisaje emocional de Miró que recorre ubicaciones cercanas que fueron reflejadas en las obras de Miró.
Madrid
En la Fundación Mapfre existe la exposición permanente Espacio Miró. En este enlace se puede realizar una visita virtual a las salas y tienen una sección muy curiosa llamada Flipa con Miró en la que se muestran las reacciones y comentarios de los visitantes más jóvenes.
¿Quieres saber más?
Libros de Joan Miró para niños
Miró es un artista muy conocido y la bibliografía infantil sobre él es abundante. Éstos son algunos ejemplos:
Bibliografía sobre Joan Miró para todos
El blog del historiador del arte Antonio Boix es una fuente inagotable de información sobre Joan Miró. Merece mucho la pena para conocer en profundidad la figura del artista: https://artcontemporanigeneral.blogspot.com
Preguntas y respuestas sobre Joan Miró
20 de abril de 1893
En la casa familiar de Barcelona, Pasaje de Crédito, 4.
La larga trayectoria de Joan Miró hace que sea difícil elegir una única obra como la más importante. Entre las pinturas destacarían La masía, donde ya se aprecia un estilo muy personal, y El carnaval del arlequín por ser una de las piezas claves del Surrealismo. También su serie de Constelaciones definen muy bien el estilo Miró.
Entre las esculturas una de las más populares es Mujer y pájaro, ubicada en Barcelona. Fue la última obra de grandes dimensiones del artista.
Joan Miró comenzó su carrera artística como pintor, realizando obras a lápiz y acuarela al principio y después pasando al óleo y gouache. Pero no fue lo único: también trabajó la cerámica, tanto en pequeño formato como grandes murales; en sus últimos años realizó algunos tapices tejidos y fue escultor.
Sí, se casó en 1929 con Pilar Juncosa Iglesias. Tuvieron una hija, María Dolores.
El 25 de diciembre de 1983, a los 90 años. Justo dos años antes había sufrido una trombosis que derivó en apoplejía.